Hoy en día está poco restringida la ingesta de gluten, porque la población celiáquica detectada es muy poca, como el 1,5% del total, pero hay más gente con síntomas celiáquicos leves, alguna indetectada y otra considerada como intolerante al gluten, que se banca bien ciertas cantidades pero no otras, por lo que necesita reducir la cantidad ingerida de gluten. La gliadina, una proteína del gluten, es tóxica, por lo que, cada quien que come gluten, la tiene que procesar, lo que no es fácil y requiere de sustancias gástricas, de las que puede que el cuerpo no cree las suficientes, por lo que hace falta que no se fuerce demasiado la capacidad gástrica para anular la toxicidad de la gliadina, cuestión que depende de la cantidad de gliadina que se ponga en el sistema digestivo. Entonces, habría que hacer un alerta alimentario, con cierta dosis general, sobre todo para los alimentos más glutémicos, como el pan, las pastas y la cerveza.
El cuerpo, ante la intoxicación por gliadina, interpreta que tiene una infección, por lo que crea muchos glóbulos blancos que no tienen gérmenes a los que atacar, de lo que terminan agrediendo la vellosidad intestinal, que absorve nutrientes, y los cartílagos, de lo que se causa desnutrición y problemas de cartílagos. La desnutrición puede persistir por décadas, ya que el cuerpo de celiaquía leve soporta la gliadina, aunque de forma poco buena -con dolores, debilidad y trastornos sociales subsiguientes-, por lo que se le daña la vellosidad intestinal, que se recupera y persiste atacada periódicamente por glóbulos blancos creados por error, por una mala interpretación del sistema inmunitario, lo cual se le terminaría a algunas personas si no ingirieran más gluten del que pueden bancarse bien.
Hace falta buen régimen para la ingesta social de cereales glutémicos, lo mismo que para cada alimento, ya que cada cual tiene sus males si es mal consumido.
Cuando se da la enfermedad autoinmune, en la que el sistema inmunitario ataca al cuerpo que lo genera, es como un suicidio inmunológico, hay una perversión en la comprensión de la realidad que hace que los glóbulos blancos, en lugar de defender a su creador, lo ataquen, de lo que hace falta reordenarlos, pero para eso el cuerpo tiene que tener ganas de vivir, lo cual depende de su capacidad para autocontrolarse bien, cuestión que a su vez responde en parte a sus condiciones objetivas, es decir, a sus bienes y a su especie, entre las otras cosas. La enfermedad autoinmumne es autoagresiva, como si el sujeto quisiera matarse a sí mismo, cosa que hace por medio de los glóbulos blancos, que confunden, en el caso de la celiaquía, a la intoxicación glutémica grave con la infección de microrganismos, ambas en que se manejan espirales complejos, pero de distintas categorías, ya que unos son subgénicos y los otros génicos, porque tienen redondeles tubulares en el centro de las tiras helicoidales, que determinan propiedades acrecentativas y reproductorias. Como la práctica individual es social, para que sea exitosa hace falta que la sociedad la proponga bien, lo cual depende de la razón que se tenga, pero hay una parte de la práctica individual que es más o menos independiente de la especie, desobedeciendo a algunas de sus coerciones, que también responde a otros temas pero de un modo distinto, menos cohibido, entre los cuales está la propia voluntad y el propio discernimiento, creaciones tanto sociales como individuales que influyen en y son determinadas por su exterior, a la vez que propias de los seres vivos, de generación pretérita y hasta surgidos de lo inerte. Esa práctica, más liberada, no es sí o sí buena por ser más libre, por lo que se tiene que pensar en cómo hacerla, para que no salga mal, y, en términos sociales, es una práctica colectiva, por lo que su rendimiento depende de la razón social.