Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 23 de junio de 2016

Un ejemplo de cómo opera mal el teismo

Cuando Jorge Rafael Videla fue condenado por su actuación en la última dictadura militar argentina se justificó diciendo que su conciencia estaba tranquila con dios, o sea que, para sí mismo, él habría cumplido con el mandato divino, que habrá estado en consonancia con lo que hablara con alguna autoridad eclesiástica. Para él la acometida de la represión habría sido una misión requerida por dios, aunque sabemos que además está la cuestión del mantenimiento de las propiedades de la clase capitalista. Esto demuestra que por medio del discurso religioso las personas pueden autorizarse a sí mismas a cometer las atrocidades más crueles, e incluso desestimar a un tribunal estatal, con los acusadores, testigos, pruebas y testimonios que se le presentaron en el juicio. Tomó a la que consideraba como una guerra contra la subversión como parte de su deber de católico y general de las fuerzas armadas: unió lo que pensó que era su deber patriótico con su credo.

La religiosidad no suele causar actos tan desmedidos, pero deja confuso al ordenamiento de la práctica, por lo que puede terminar así o traer pesares menos graves o leves, así como en otras ocasiones lo define bien, pero su razonabilidad es algo aleatoria, porque se presta a las determinaciones subjetivas de los sacerdotes y de los fieles, lo mismo que le pasa de distinta forma al misticismo, como a los seguidores del superhombre nietzcheano que cometen atropellos como miembros de una secta de humanos que se consideran superiores al común. Es como una secta de la mala joda. Y también está la cuestión de que los movimientos democráticos y la guerrilla le metieron presión política y armada a la clase dominante, algo bien y algo mal, ante lo que ésta les respondió peor, pero hay que tenerle respeto, no sólo por su poderío militar sino también por su condición humana. El procesamiento de los represores mediante juicios estatales es una forma incompleta pero responsable de haber abordado el tema.