Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 24 de junio de 2016

Para los noticieros televisivos

Con el predominio mundial del capital financiero los noticieros televisivos adoptaron la estética del mercado bursátil, que tenía esas pantallas repletas de luces que se encendían y apagaban para formar los números y la letras según cambiaban las cotizaciones de la compañías, y que con la invención de la televisión pasaron a ser pixeladas, habiendo estado ya sobresaturadas de informaciones que cambiaban al segundo, al ritmo de los vaivenes especulativos. Los agentes de las bolsas tenían que ser jóvenes supereducados en economía y finanzas, con alto nivel para manejar cómputos matemáticos en relación a las novedades diarias de la política internacional, para procesar al instante montos grandes de datos, y comprar y vender rápido las acciones, padeciendo nerviosismo y crisis neuróticas en los casos más graves, cuando no los suicidios del crack de 1929.

La estética bursátil se replica en los noticieros por la sobreabundancia de la información, con toda esa serie de placas con datos simultáneos a la noticia central, aparte de los referidos a la temperatura, la sensación térmica, los horarios globales, los nombres de los programas o de los canales que los emiten y las publicidades, como la más reciente banda informativa, esa placa alargada debajo de la pantalla en que se publican noticias escritas, cuya redacción corre de la derecha hacia la izquierda mientras que se relatan las otras noticias. A eso habría que agregar la superposición de imágenes, como cuando los presentadores o entrevistados hablan del tema y mientras tanto a la nota se la ilustra con filmaciones del hecho.

En conjunto, esa superposición informativa distrae, y quiebra la atención de los espectadores, lo que termina por hacer que las notas sean mal comprendidas, ya que ellas son unidades coherentes cuyo sentido se comprende cuando se las interpreta desde el inicio hasta el final. Los directivos de los canales y de los noticieros debieran estar prevenidos de este problema y ordenar la estética de los programas para depurarla de estos malos perfeccionamientos. Ya de por sí hay muchas notas difíciles de entender, por la complejidad de las temáticas para quienes no somos especialistas, y menos se las entiende si se desvía la atención a las noticias adyacentes.