Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 8 de junio de 2016

Del derecho al honor y la representación

En realidad, las injurias no debieran lesionar el honor de las personas, porque la gente tendría que tomar a los insultos por expresiones cuya veracidad habría que averiguar. De ese modo, se podría difamar tranquilamente, porque quienes supieran de la difamación la someterían a crítica, y luego de ella, si fuera suficiente, reconocerían la verdad. Así se ubicaría a los difamadores falsos, y se protegería la imagen de las personas de buena manera. El problema con la difamación es el mismo que el de la creencia, que es el de que las personas no analizan lo suficiente la relación entre los enunciados y sus objetos, por lo que se yerra al tomar a los primeros por verdaderos sin saber que lo sean. La creencia falsea la relación entre las ideas y las cosas a que se refieren cuando permite tomar por ciertas a las primeras sin haberlas cotejado con las segundas lo necesario. Ante las difamaciones, los cuestionables no son sólo los difamadores y los difamados, sino también los otros involucrados, quienes las perciben, ya que su toma de posición debe ser correcta, es decir, que deben considerar a las injurias como enunciados que requieren comprobación, remitir el juicio a lo sabido con certeza y buscar que se averigüe su verdad, lo mismo que vale para la comunicación en general.