Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 30 de junio de 2016

De la pérdida del aura en el pensamiento de Walter Benjamin

Cuando Benjamin se lamentó en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica de lo que llamara la “pérdida del aura”, su unicidad original, formuló una crítica intuitiva a la insensibilidad de la industria de producción masiva, crítica que es cuestionable, porque la idea del aura tiene origen religioso, es de una concepción fetichista, proveniente del arte escolástico, en que a los retratos de los personajes religiosos se les pintaba una aureola alrededor de la cabeza. La pérdida del aura alude a la desacralización del arte operada por la burguesía, que no lo tornó materialista pero sí de un pietismo laico, permisivo para con el relego de la estética eclesial. No obstante, es una metáfora decir que las obras de arte tengan aura, porque no la tienen. A lo sumo algunas de ellas la contienen dibujada, o representada de otra forma, y pueden ser sacralizadas, pero eso es por su fetichización, a la que no se debe defender.

Lo que tiene de rescatable la crítica de Benjamin es que cuestionara al autoritarismo de la producción en serie, que sometió a empresarios y a obreros, entre otros, a un esquema productivista que los oprimió y explotó, que fue impuesto por los empresarios y ordenado para la provisión capitalista de productos para el consumo, al modo del comunitarismo pietocapitalista, que estropeó a las economías artesanales en Europa y las colonias. También hubo en Heidegger un intento de revalorizar la libertad del artesanado para decidir cómo trabajar, que supone un anhelo de resensibilización humana, pero Heidegger fue nazi, y si no me equivoco nunca dejó de ser católico. Este asunto merece un análisis serio, para el que no sé lo suficiente. Podrían hacerlo los anarquistas, que están muy adentrados en la lectura de Heidegger, aunque por desgracia poco críticamente.

El problema de la violencia se resolvería si se dejara de someter a la humanidad a lo que se supone que son los mandatos de los dioses, y demás esquematismos, y se ordenara nuestra ley para que el modo de ejercer las prácticas fuese decidido razonable, social y libremente.