Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 13 de junio de 2016

La sobrepropietarización

La sobrepropietarización es el exceso en la fabricación de las propiedades, que redunda en el de su tenencia. Antes del capitalismo también la hubo, ya que se fabricaron cosas innecesarias, como las pirámides mayas y egipcias, o como las cosas pequeñas que no hacían falta, pero, con la técnica moderna, que se plasmó en la revolución industrial, la capacidad de fabricación se acrecentó extraordinariamente, aumentándose el producto bruto terráqueo en mucha cantidad. Los beneficios dados por el iluminismo mediante la ciencia trajeron algunos bienes a la humanidad, pero también permitieron que nuestra práctica fuese más potente y más eficiente sin estar bien conducida, porque al manejo de la materia aparejado por la técnica se le mantuvo el sentido idealista, presto a la piedad en el origen del capitalismo y complementado por la inclinación al desarrollo falso en el socialismo soviético y chino, con sus aliados y su contraparte liberal. El progreso humano dado por la ciencia es cierto y verdadero en algunas cosas, y el socialismo falso es parte de él, pero es corregible porque es fallido, dado que al orden social que se le corresponde le falta el sentido de la vida humana para sí, por lo que a la práctica se la orienta en pos de objetivos desagradables, sea el de salvar el alma o el de desarrollar a las naciones liberal o socialistamente, lo que redunda en que las personas tenemos que subordinar nuestros intereses a las causas sociales mal planteadas, cosa que nos trauma: es de un idealismo injusto.

La sobrepropietarización es un problema que trasciende a los trabajadores asalariados y que afecta a toda la sociedad humana planetaria: los lumpenproletarios se la pasan moviendo pertrechos viejos de un lado para el otro, y si no los mueven igual les ocupan lugar y los ensucian, del mismo modo que los grandes propietarios tenemos que lidiar con un montón de pertenencias, y encima con responsabilidades legales sobre algunas de ellas, lo que también desagrada, y eso no dice nada de los propietarios supergrandes ni de los propietarios asalariados, que tienen sus disgustos también por la producción mala. A esto habría que añadirle los conflictos internacionales, con las pujas imperialísticas, que también pretenden obtener propiedades que en cierta medida las naciones no necesitan: es un conflicto planetario basado en malos intereses. Las necesidades sociales verdaderas deben resolverse mediante la cooperación internacional, pero ella no podrá ser hecha de buen modo mientras que las naciones adopten concepciones falsas, por lo cual se la tendrá que hacer más o menos fallida mientras que se le esclarece la conciencia a las naciones.

El planteo socialdemócrata de socialización de las propiedades apunta a resolver el problema de la sobrepropietarización, y en cierta medida lo lograría en caso de concretarse bien, pero no bastaría con eso, porque además a la producción se la tendría que reducir al tamaño de lo que fuera necesario. Es por eso que hay cierto reformismo que tendría que ser adoptado hasta por la ultraizquierda, aunque críticamente, porque al haber vetado al reformismo se impidió a unos adquirir propiedades necesarias, y a otros sacárselas de encima cuando les estorbaban: es que la lucha interclasista está mal planteada. Tiene que haberla, pero justa, y hasta diría que la lucha proletaria, para lograr sus metas, tiene que estar a favor de la capitalesía, porque ella es mala a causa de la opresión que sufre, por lo que, de hacerse conciencia social sobre esa opresión, se facilitaría la construcción del socialismo bueno. Luchar a favor de la clase capitalista es una condición necesaria para el socialismo: sucede que ese favorecimiento requiere esclarecerles la conciencia, en particular respecto del idealismo religioso o productivista, y la socialización de los medios de producción que deban ser socializados, entre otras cuestiones.

Las concepciones políticas de izquierda, y las de derecha también aunque sea más difícil, debieran tener solidaridad transclasista la suficiente, ya que ella facilitaría la resolución de las demandas humanas razonables. Obstaculizarla falla la política, y todos somos responsables de nuestra práctica, pero su valoración debe ser comprensiva, lo que no implica quitarle punitivismo si se goza de hacer el mal, aunque la penalización debe ser tan sólo un momento en la búsqueda de una resolución satisfactoria para las partes en conflicto.

Otro problema importante, aparte de aquel sobre el tamaño de la producción, es el de su forma.

Hubo un debate sobre si la crisis económica actual es de sobreproducción o de subconsumo. El carácter principal de la crisis está dado por la superproducción, aunque también sucede que hay grandes sectores de la población mundial que consumen menos de lo que debieran. Lo que es reprobable es el planteo de que el consumo tendría que servir para mantener un nivel productivo excesivo, porque sobreatarea y trae otros problemas, como la dependencia de las materias primas, que causa guerras y otras intervenciones imperialistas, e incluso represión armada a poblaciones indefensas por parte de los ejércitos de los países a los que pertenecen esas poblaciones, estén los militares motivados por intereses directamente imperialistas o no, como le sucede a los paises bajo políticas de capitalismo nacionalista. Además, así puesto, el debate es economicista, por lo que no reconoce al problema conceptivo, ni a tantos otros que hacen a la pobreza. Lo que se necesita es que la humanidad tenga una concepción verdadera, para que sea justo su orden productivo, en el sentido integral, no en el restringido a la economía y a la política, u otros así.