Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 17 de junio de 2016

Del patoteo

El patoteo es la agresión de un grupo de personas enardecidas, lo que en inglés se llama “mobbing”, por “mob”, que es “turba”, “muchedumbre” o “multitud”. Lo mismo le cabe a la “muchachada” peronista cuando lucha mal, y a las prácticas de ganga, que son gangsteriles, así como al bandismo. El patoteo es un problema para las tesituras anarquistas, populistas y toninegristas, y el socialismo no estuvo exento de él, porque aquellas apelan a sujetos sociales definidos en esos términos y acríticamente: suponen, aunque no siempre, que tales sujetos son buenos en sí mismos, y que quienes se les oponen son malos en sí mismos, por lo que se autojustifican sus conductas agresivas y luego atacan. El patoteo es maniqueo y termina mal siempre. Antes o después la gente deja de apoyarlo, porque quienes se involucran en él padecen su violencia, son perjudicados por ella, no obstante lo cual puede persistir degradadamente por mucho tiempo, como las maras centroamericanas o las organizaciones de narcotraficantes o tratantes de mujeres, sucesoras de la trata de esclavos, la piratería y el contrabando. La política pietista y capitalista también tiene su patoterismo, y es la que oprime desde arriba, así como la prédica lumpenproletarista del populismo lo exacerba, porque idolatra a los delincuentes en vez que defenderlos críticamente.

La política de la gente común tiene que superar el patoteo para lograr sus objetivos, para lo que debe razonar bien, ser autocrítica constantemente consigo misma y enfrentar a sus rivales de buena manera.

La fascinación por las tribus urbanas que hubo en los estudios culturales después de la ola de dictaduras latinoamericanas derivadas del Plan Cóndor terminó por favorecer al patoterismo de baja o media intensidad que tuvieron esos grupos y que persiste, en particular en la cultura rockera, por su carácter condescendiente: es consecuencia de la disgregación social aparejada por esas dictaduras, pero ya venía de antes. Lo que pasa es que las dictaduras reprimieron al intento de superación del pietismo capitalista liberal de los movimientos democráticos, que también estaban algo mal planteados, porque cuestionaron poco al teismo y siguieron la tesitura de la teología de la liberación, aparte de la estrategia guerrillera guevarista, que en conjunto y con las otras tesis democráticas plantearon una confrontación violenta con la clase alta, que tiene superioridad militar, en vez que su determinación gradual por medio de la crítica social y la lucha legítima. Fue una lucha mal ordenada y peor respondida, cuya violencia resquebrajó a las sociedades, agudizando la barbarie, pero es comprensible que se ordene mal la lucha debido a la violencia histórica. No obstante, se la debe ordenar bien, porque si no, falla, y aún bien ordenada puede fallar, por la represión dominante, pero aún así es la única manera en que puede ser exitosa, y sería imperfecta, aparte de que las otras dejarían más errores pendientes de resolución.