Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 22 de junio de 2016

Comentario sobre la relación entre la izquierda y el lumpenproletariado, y sobre la estrategia

Cuando dije que el socialismo tiene que tener una política para con el lumpenproletariado no me referí a que haya que poner locales partidarios o irse a manifestar o a militar en las villas, aunque eso podría ser, sino a tener una política, cuya forma habría que definir de acuerdo a las posibilidades de las organizaciones socialistas. Un aspecto de la relación tiene que ser la de representarlo bien, es decir, la de reconocerlo tal cual es, con sus problemas, sus dificultades, sus males y demás, para, aunque sea desde lejos, ayudarlo, lo que sería críticamente también, además de que se podría establecer una relación con las organizaciones villeras democráticas, que contendría debates políticos. Dada la magnitud del esfuerzo que requiere la estrategia revolucionaria, ella tendría que ser complementaria y fácil, y no cargar con la responsabilidad de las decisiones erradas que tomaran los aliados que condujeran los frentes democráticos, porque bastaría con aceptarlas señalando las disidencias a sabiendas de que el privatismo ejecutaría peores políticas y de que para corregirse, el democratismo, tiene que atender a las críticas que se le hagan, lo que no puede ser si éstas son hirientes. Esto permitiría abrir un ciclo de gobiernos reformistas que tendría que ser capaz de procesar sus errores por medio de la atención bien predispuesta a la crítica, en un período revolucionario de largo plazo, y con contraflujos, que podría incluir avances drásticos si fuera posible.

El tema es que para que la política socialista sea exitosa tiene que establecer buenas relaciones con el empresariado mediano y pequeño y con el lumpenproletariado, y de otro modo también con la clase más capitalista, pero habría que definir cómo sería esa relación, en un reformismo progresivo que habilitara a revoluciones más profundas. La confrontación responsable puede ser un modo de buena relación crítica, y habría que mantenerla incluso bajo represiones feroces, ya que la violencia irresponsable terminaría peor. Un criterio básico es el de que se mantenga a los órdenes sociales lo mejor posible, incluso aceptando a la explotación capitalista transitoriamente, ya que va a existir de todos modos hasta que las masas luchen por su abolición, no es una tarea que tenga que competer exclusivamente a los socialistas, y a partir de eso avanzar. Se debe plantear la política de acuerdo a las circunstancias vigentes, y no dejarse llevar por el acoso idealista revolucionario.