Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 13 de junio de 2016

Correctivos al anarquismo

A través del nietszcheanismo, el anarquismo se tornó misticista, y, por el sadismo y el masoquismo, degradante, y sexualmente frustrante. Ya tenía un problema serio por ser antisocialdemócrata, y ha de tener otras falencias, entre ellas la del cinismo, que tiene sus aciertos pero es superable. Así que debe hacer su autocrítica para recomponerse y luchar con las otras fuerzas democráticas, cosa que a veces sucede pero soslayadamente, y sin que la relación sea mantenida mediante la puesta en discusión de los puntos debatibles: se mantiene algo contrariada por la falta de diálogo, cuando no se rompe. Los anarquistas tienen que comprender las circunstancias ajenas para superar los prejuicios clasistas, esteticistas y demás con que se relacionan, lo mismo que nos pasa de otras formas a los de otras tendencias políticas. Es difícil, porque somos opimidos, pero es la única manera de enfrentar con éxito al sistema vigente.

Si no quisieran participar de las candidaturas electorales, bien podrían hacer un apoyo crítico y movimientista, o cotidianista, o lo que fuere, a los partidos democráticos, a la vez que plantear la superación del sistema representativo, cosa que también hacen algunos de los partidos socialistas, pero con paciencia, porque eso depende de muchos factores a los que no controlamos. Además, tendrían que diferenciar al control opresivo del control justo, ya que la confusión entre ambos a veces les causa un rechazo al control en sí que suele terminar en desastres.

También está el tema de las monstruosidades. Con eso de las aberraciones de los anormales al pietismo fino los anarquistas se acercaron al apoliticismo delictivo, y hasta tienen dificultades para enfrentarse a los asesinos seriales u otros agresores graves, como los quemacoches, entregándose a formas menos pesadas de hostilidad ellos mismos, con la excusa de la violencia de los de abajo contra los de arriba, que no sirve para atender a los problemas sociales porque eso requiere de la política estatal. En esa celebración de la morbosidad, los anarquistas foucaultianos y deleuzianos se dejan llevar inconcientemente por la ultraderecha, que es experta en elaborar discursos fantásticos sobre los criminales grotescos, como Hannibal Lecter o la saga de Resident Evil, que se basan en los prejuicios de los altos pietistas contra los excluidos de sus sistemas. Así, adoraron a sus verdugos, y hostigaron a sus compañeros, aunque en otras ocasiones actuaron distinto. Tienen la práctica contrariada por una comprensión confusa de la realidad, como le pasó a Bety La Fea cuando se peleó con la rubia karateca por haberle robado el novio.