Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 2 de noviembre de 2018

El desorden argumental dificulta la comprensión masiva del discurso

Las innovaciones vanguardistas pueden equivocarse. No es que la vanguardia sea buena siempre. Una complicación que tuvieron fue cuando se tornaron en ultra-refinadas, cuando hicieron cosas maravillosas así como miserias. Como exquisitez artística el desorden discursivo tuvo méritos inmensos, pero tiene el problema de que es difícil de socializar, porque su manejo requiere de conocimientos sofisticados, a los que mucha gente no tiene.

Las explicaciones de la vanguardia socialista se tienen que hacer en un lenguaje simple, que pueda ser entendido por quienes hayan sido poco educados en las escuelas, los poco alfabetizados, que pueden tener un nivel educativo hasta de primaria incompleta, y menor aún. De otro modo la política materialista falla, porque no puede suceder con el proletariado muy inmerso en las ideas falsas. La concreción del socialismo en el sistema político requiere que las masas hayan adquirido bien al planteo materialista, lo que precisa de que la explicación sea comprensible. El desorden tiene que ser menor, al menos hasta que el orden político sea suficiente para con los más pobres.

A la idea de la ludización de la vida no se la puede concretar bien en tanto que la economía esté desordenada, lo que es un problema social, ya que los humanos ordenamos nuestra conducta de manera social. La sociedad se compone de sus individuos, que se relacionan mediante el contacto, la vista, el olfato y el habla, entre otras formas mixtas. El orden ideal de la sociedad es imposible porque la naturaleza es crítica, pero es un deseo, que existe históricamente y que persistirá porque el deseo de vivir bien es natural. Cada especie viviente lo tiene, pero así también es natural la perversión, muy influenciada por el teísmo, porque la hipotetización sobre los dioses incidió en las concepciones del mundo de la humanidad así como sus normas derivadas lo hicieran en el ánimo. La perversión humana conduce a la extinción de la especie, que sería buena para el resto del planeta, como lo sería que ordenáramos bien a nuestra práctica. Que hubiera menos humanos no debería preocuparnos, hasta podría suceder tranquilo, lo mismo que su conservación y su aumento. El tamaño de la humanidad no importa tanto, aunque sí en que cada humano requiere de sus propiedades necesarias, por lo que cada cual implica cierta explotación de la materia, pero habría que ver qué de la apropiación capitalista es prescindible para sacar el cálculo de cuántos humanos debiera haber para que la existencia de la especie fuera feliz para sí misma y buena para las otras, lo que depende de cómo entienda a la realidad: para ser buena tiene que entenderla bien. Es posible que pudiera haber más humanos de los que ahora, cerca de 7 mil millones, sin que la naturaleza colapsara, pero eso con capitalismo no puede ser. El capitalismo es muy sobreproductivo, obliga a producir muchas más propiedades que las necesarias para la supervivencia de la especie, por lo que contamina mucho más de lo que hace falta, además de oprimir a las tres clases. El capitalismo no oprime sólo al proletariado, ni al empresariado popular, sino que atraviesa a la clase capitalista, como práctica frenética impulsada por ideaciones fideicas, por mitos que las personas usan para entender la realidad y pautar su comportamiento, para evaluar su conducta de acuerdo a las normas, que por tipológicas son miteras, responden a los mitos de forma relativa. Hay una relación entre la vigencia de los mitos y las injusticias del capitalismo, porque la mitología se plasmó en la ley mediante los teísmos, de doctrina religiosa, haciendo religiosa a la ley, de usura dineraria en la modernidad. La modernidad capitalista se inició con la revolución industrial, pero tuvo antecedentes en la usura protestante permitida por las luchas de la reforma cristiana, en la que los ciudadanos germanos y sajones, los de los Países Bajos que se sublevaron al iniciarse la reforma luego de que se publicara impresa la Biblia, empezaron a acumular dinero, al igual que lo hicieran algunos de los judíos: entonces, desde que se imprimiera al valor de cambio en los billetes, los usureros burgueses iniciaron la acumulación de billetes, sucesora de la de monedas e inferior a la de objetos preciados de la aristocracia, que también adquirió los billetes hasta que a partir de las revoluciones liberales la burguesía la derrocara y ambas se fusionaran en una nueva oligarquía, ya de tipo capitalista, liderada por los empresarios, lo que implicó reemplazo del sistema feudal por el del salario, que empezó siendo urbano porque la moneda se originó en las urbes. Los primeros residentes en ciudades de Europa que acumularon dinero impreso fueron de los primeros altos burgueses, en tanto que la nobleza vivía en los castillos, aunque había ciudades desde antes, con sus pueblos, y el campesinado alrededor. La urbanización empezó en la edad antigua de la civilidad humana, en los cinco mayores continentes, pero fue minoritaria hasta el capitalismo: recién entonces el porcentaje más grande de la especie pasó de ser campesino a civil, o sea, que el predominio burgués en la condición geográfica de la humanidad tiene pocos siglos. El capitalismo es una creación mundial iniciada en las ciudades de Europa occidental pero expandida después por todo el planeta, impuesta por la fuerza pero adoptada a nivel internacional, adonde a las ciudades se las venía construyendo desde los asentamientos neolíticos. El antiguo imperio chino admitió al capitalismo como modo de funcionamiento, lo mismo que el indio, el japonés, el ruso, los árabes y las culturas africanas y americanas, o las de Asia del este y Oceanía. Entonces, no es culpa exclusiva de Occidente. Ahora, que es global, depende de la ONU y de sus países integrantes, pero más de los que dirigen a su consejo de mando, así como de las entidades empresarias antes que del clero. El mayor poder del sistema es el de las finanzas, secundado por la religión y la política. El predominio occidental en las relaciones internacionales es moderno. Antes lo hubo sido árabe, y antes de griego fue persa y egipcio, así como puede serlo chino en las próximas décadas e indio después. Entonces, el imperialismo también es bien destruible, porque desiguala a las naciones.