Un logro importante del liberalismo es su universalidad, aunque haya sido contrariada por sus faltas, en particular las de cuño sagrado. El socialismo aspira a superarlas, pero para hacerlo bien, entre otras cosas, tiene que corregir su tendencia a la sobreproducción, así como controlar sus inclinaciones autoritarias, para lo cual debe ser capaz de discutir bien los asuntos religiosos, que son difíciles de abordar porque se fundan en mitos y creencias cuyos inconvenientes fueron poco asumidos.