Las naciones religiosas que votan ejercen una elección fundada en la confianza, porque el voto es una opción intuitiva, cosa que lo hace errático y da cuenta de la falta de asunción humana sobre el problema de la creencia. Al escogerse la preferencia política creyendo no se reconoce que creer equivoca mucho, de lo que se mantiene al sistema de crédito, extendido en la economía con los préstamos, dados a crédito y endeudantes, y en la representación fetichista del valor.