Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 4 de junio de 2017

De la metáfora de la guerra de posiciones y la proscripción comunista a la socialdemocracia

Cuando Gramsci formuló su idea de la guerra de posiciones se acercaba a planteos socialdemócratas, ya que ésta se refiere al despliegue articulado de las fuerzas progresivas en la cultura, que tendrían un correlato sindical y partidario, porque la política es cultural, pero la tesitura predominante en la internacional comunista, luego de la de la toma insurreccional del gobierno, la de la revolución rusa, fue la del socialismo en un sólo país, que después sería obstaculizada por la segunda guerra mundial y contrariada por la revolución china y la guerra fría. Entonces, al momento de formular la de la guerra de posiciones, Gramsci no podía plantear un cotidianismo movimientista y partidario, una política de unidad democrática contractiva y crítica, porque hubiera sido acusado de centrista, por lo que apeló a la metáfora bélica, que era más próxima a la política soviética, pero era una metáfora: no pudo explicitar su planteo.

La política revolucionaria tiene que ser complementaria y grata para que se la pueda mantener a lo largo del tiempo y masivamente, y debiera ser legal, pero además requiere que el proletariado la acepte, lo que demanda una combinación de progreso amoldado a las circunstancias con educación social preparatoria de avances futuros. La humanidad no puede evolucionar más rápido de lo que pretenda hacerlo. La idea básica es la de acoplar el socialismo a lo que tenga de bueno la progresividad reclamada por el democratismo, no sólo el proletario, y apresurar los avances lo más posible pero dentro de las posibilidades dadas por la coyuntura, lo que implica establecer relaciones críticas y explícitas con las fuerzas conservadoras, y hasta con las reaccionarias si cabe. El socialismo tiene que relacionarse bien con el conservadurismo no sólo porque los conservadores son seres humanos y porque ocasionalmente tienen razón, sino también porque muchos proletarios son conservadores, pero la bondad de esa relación debe ser una bondad crítica.

Una crítica que cabe hacerle al movimientismo es la de su disociación ocasional con los partidos, porque a veces sostuvo reclamos sin que le importara que los gobiernos estuvieran ocupados por partidos democráticos dispuestos a satisfacerlos, lo que impidió o dificultó que se los atendiera.


Anexo

Esta idea de que Gramsci se acercó a posiciones socialdemócratas fue contestada por Christian Castillo en la presentación de El marxismo de Gramsci, de Juan Dal Maso, con el argumento de que en Gramsci está el momento de la violencia militar revolucionaria. La verdad es que yo ignoro de esto último, pero aún así le pongo reparos al planteo de la toma militar del gobierno, porque le falta el análisis de la correlación de las fuerzas militares, sin el cual la insurrección se torna aventurada. El uso de la fuerza militar procomunista es importante, pero la cuestión es cómo implementarlo de modo tal de que sea exitoso, y como último recurso. Un enfrentamiento entre civiles armados y un ejército profesional desgastaría inevitablemente a las fuerzas revolucionarias, que perderían la contienda las más de las veces, y en caso de ganar quedarían exhaustas para proseguir la lucha. Además, a la estrategia de toma del gobierno habría que acordarla entre las fuerzas revolucionarias, porque si no se torna manipuladora y traicionera.