No lo digo para que se lo abandone, sino para que se reconozca que la ilusoriedad puede ser aceptable, pero para eso tiene que amoldársela a la coyuntura, planteando a futuro las reivindicaciones que no puedan ser satisfechas en lo inmediato. Las críticas al realismo, o al pragmatismo, deben ser buenas, porque ambos son necesarios para concretar las utopías, pero también cabe reprobarles a éstos los males que tengan.