Como pronombre personal, a diferencia del posesivo, “mí” debiera escribirse acentuado, para replicar bien la sonoridad de su expresión hablada. Además, es posible que los ortógrafos que decidieran quitarle la tilde se hayan propuesto atenuar con ello los males del egoísmo, lo que hubiera sido insensato, pero capaz que eso no sucedió de ese modo.