Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 3 de febrero de 2017

Boceto del imperialismo republicano

Los imperios modernos europeos fueron, en América latina, el español y el portugués, con menor participación francesa y coexistencia con las colonias británicas y holandesas. Las potencias europeas colonizaron también grandes partes de África, Asia y Oceanía, a partir del Renacimiento. En ese entonces, los imperios se caracterizaron por ser mandatados por los emperadores, esto es, reyes que tuvieron soberanía política en el territorio de sus naciones y en tierras extranjeras, por haber instalado allí dependencias de los gobiernos regios, como los virreinatos, o tener influencia directa, el caso de los protectorados; pero después el sometimiento de las naciones periféricas sucedió sobre gobiernos soberanos, a consecuencia de la descolonización, proceso de larga duración que en sus inicios tuvo a la independencia estadounidense de 1776 y que todavía está en curso, en tanto que quedan colonias menores, aunque sea después de la descolonización latinoamericana primero, dada por la crisis del régimen borbón, de la oceánica y asiática después, tras la segunda guerra mundial, y por último de la africana, enmarcada en la guerra fría. Las naciones china, rusa y japonesa también fueron imperios, y con sus dinastías respectivas. Fueron imperios monárquicos, muchos de los cuales terminaron depuestos por las revoluciones burguesas, y los otros se convirtieron en monarquías republicanas, o cayeron por las revoluciones socialistas. En esa transformación de los imperios monárquicos en repúblicas imperialistas el gobierno se tornó constitucionalmente liberal, y las principales potencias, los Estados Unidos, Francia y Alemania, secundadas por Italia, pasaron a ser imperialistas sin ser imperios ellas mismas, por carecer de emperadores, a lo que luego se plegó Japón y más tarde Rusia, tras la caída de la URSS, y China actualmente. Las potencias imperialistas se referencian en el imperialismo monárquico por el colonialismo, pero combinaron al mantenimiento de sus restos dispersos con el sometimiento de las naciones periféricas por medio de la geopolítica capitalista, y desde gobiernos constitucionales republicanos, que se disputan el control de los mercados, y que, después de las intervenciones militares de la guerra fría en Corea, Vietnam y Centroamérica, lo hacen ostensiblemente en Medio Oriente, por medio de la OTAN y directamente en el caso de Rusia, pero en el resto del mundo también despliegan estrategias geopolíticas, de incidencia militar, política, económica, judicial, comunicativa y demás. Es una incidencia integral aplicada estratégicamente según las circunstancias, que habilitan al uso de los distintos tipos de agentes. En conjunto es la clase imperialista mundial, que es del capital alto y que, a la vez que compite entre sí, se aúna para negociar y para reprimir a las fuerzas populares, no sólo a las proletarias, porque también combaten a los gobiernos proteccionistas, que reclutan fuerzas entre las capitalesías menores, las perdedoras, según los términos dominantes, en la globalización neoliberal. El capital medio y bajo también es cuestionable, pero el cuestionamiento a hacérsele no es el mismo que el del capital alto. Brasil, la India y Sudáfrica son subimperialistas, imperialismos menores que aquél, liderado por Estados Unidos y secundado por la Unión Europea, China y Rusia, con Japón más en el entremedio.

Mejor que la tesis del imperialismo es la del internacionalismo estratificatorio, del que el imperialista es un subtipo, relativa al estructuramiento de las relaciones internacionales, porque permite dar cuenta de los sometimientos y pujas menores, que son los que suceden entre los países de rango intermedio y bajo, a la vez que incluye a los de las mayores potencias nacionales, pero se lo debe completar con el intranacionalismo, porque las naciones no son sujetos homogéneos. El intercapitalismo puede dar cuenta de las relaciones de cooperación y conflicto en la clase capitalista terráquea, que incluye a sus gobiernos, que participan en el capitalismo más y menos, lo que es una diferencia importante, aunque sea insuficiente. Más abarcativo es el humanismo, que da cuenta de toda la existencia humana.