Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 23 de febrero de 2017

De la exactitud del lenguaje

Por una idea hiperperfeccionista los autores de algunas disquisiciones filosóficas se ven en la necesidad de definir exacta y absolutamente los temas de que tratan, aunque eso no sea importante, para lo que aplican reglas de la lógica y de la semántica, y después, si llegan a lograr su cometido, no falta alguien que les señala alguna falla de la que no se habían dado cuenta. Son las desgracias de los pobres obsesivos, a los que habría que rescatar de la meticulosidad extrema que les impusieron a fuerza de señalamientos castigantes. El debate puntilloso sobre las palabras puede tener sentido, depende de cómo sea, pero también hay que tener en cuenta que el lenguaje es un instrumento para la comunicación, al que se lo completa con elementos paralingüísticos, y con sobrentendidos y supuestos, que a veces son inconcientes y a los que acaso sería imposible definir en palabras, además de que podría ser innecesario. El problema de la definición tiene que ser resuelto en concreto, y con inteligencia práctica y relajo: no es un deber individual ni absoluto acertarla, pero sirve para ordenar la práctica, por lo que es un deber común.