Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 6 de febrero de 2017

Las fuerzas armadas, guardianes de la legalidad vigente

A partir de las revoluciones burguesas estadounidense y europeas, que se replicaron en América latina, en Asia, en Oceanía y en África, con el proceso descolonizador, y en Canadá, los ejércitos y las policías de las naciones se convirtieron en garantes del liberalismo, sea en sus variantes más ortodoxas o heterodoxas, con las excepciones de los países seudocomunistas, en que sostienen a los regímenes de partidos únicos, que no deben ser tanto más autoritarios que los de las seudodemocracias representativas, y en algunos aspectos lo han de ser menos. En todos los casos, los ejércitos defienden a los regímenes de gobiernos privados, con leyes escritas y obligatorias. Además, tienen fuerzas extras, como la OTAN, de incidencia mundial. De allí que la vía revolucionaria armada sea desaconsejable, además de porque no es democrática, en tanto que el grupo guerrillero se desacopla de las masas. El progresismo deberá encontrar una articulación democrática sociopolítica y crítica de largo plazo, que le facilite la concreción de sus planes, y de no hacerlo ella se retrasará, articulación que deberá enmarcarse en una estrategia legítima, porque si no es tramposa, por lo que sería despreciable para la gente común, y perdería apoyo. Hay que aceptar que, dadas las circunstancias vigentes, todo plan de gobierno democrático será más o menos falso, por el carácter privado del gobierno, y demás factores degradantes, dado aquél por la forma arquitectónica de sus sedes y por el uso que les está pautado en las leyes, pero a su vez esa falsedad coexiste con su bondad, y es reducible mediante la lucha, lo mismo que las otras.