Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 22 de febrero de 2017

La esencia y la existencia, con comentario sobre la necesidad de ordenar bien las palabras

Estas dos palabras dieron qué hablar durante más de dos mil años, y todavía los ontólogos no se ponen de acuerdo en qué significan, y eso es algo tan simple: etimológicamente son la cualidad del ser y el hecho que está afuera. “Esencia” se compone de “es” y de “encia”, que es un sufijo que indica la cualidad, o sea que la esencia designa a las características de la cosa tratada, por lo que está mal entenderla como las propiedades abstractas, o permanentes, porque, si bien ellas forman parte de la esencia de una cosa, no son las únicas que la componen, y además pueden cambiar con el tiempo. En cambio, “existencia” se compone de “ex”, que es “afuera”, “ist”, derivado del vocablo latino “sistere”, que quiere decir “establecido”, “parado”, o “colocado”, y de “encia”, en su acepción de “hecho”, o sea que la existencia es el hecho de ser de lo que fue puesto ahí afuera, cerca de quienes lo conocen, lo que está afuera, aunque también tiene la acepción, que fuerza a la etimología pero que es más comprensible, de “hecho de existir”, en el sentido de “el hecho de ser algo”, la “alguencia”. Ignorar la etimología llevó a debates que todavía nos hacen perder el tiempo, y eso no quita las verdades contenidas en ellos, hayan sido bien expresadas o no. El problema de forzar la etimología es que entonces a las palabras se les otorgan acepciones incoherentes con su forma, y luego no se sabe bien qué acepción se les da en cada momento en que se las usa, por lo que se generan los errores comunicativos, aunque en otros casos no es así, porque las personas saben qué acepción se usa en cada caso: el forzamiento desestabiliza a la comunicación. Lo que debiera hacerse es ordenarse según la etimología si fuera posible, y si no admitir que se la está forzando y explicitar qué significado se le da al término que sea, si es que no hubiera otro más adecuado a él, o inventarlo dando la explicación pertinente.