La existencia de guerras, explotación, desigualdades, opresiones y demás infortunios generados por nuestra propia práctica, como la crisis climática, da cuenta de nuestra propia idiotez, ya que nuestra mala práctica motriz responde a nuestras malas ideas, que son nuestra responsabilidad. Por suerte nuestra estupidez coexiste con nuestra buena razón, cosa que nos permite sobrevivir y ser felices, pero asumir bien nuestras faltas nos permitiría reducir nuestra maldad y aumentar nuestra bondad.