Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 26 de octubre de 2018

Del desorden y del orden

Para los humanos hay dos tipos de desorden. El desorden puede ser el caos, lo que no fue ordenado por la humanidad, que existe de por sí sin que lo entendamos bien; pero el desorden también es el orden malo, hablando de nuestro propio orden, lo malo de nuestro orden. La idea del orden viene de la urdimbre textil. Ya las mujeres primitivas, cuando urdieron tela, establecieron un orden, el de la tejeduría, cuya práctica, de entrelazar una trama con hilos en formas diversas, inspiró a las nociones sobre el orden de los restantes géneros de nuestra práctica, pero el orden actual es de los malos. El capitalismo es desordenado. La tejeduría dependió de la domesticación de animales de pelaje y del cultivo del algodón y las demás plantas fibrosas a las que se hilara, pero viene de anudaciones previas, como las que pueden hacerse con ramas flexibles y lianas. La noción de la ligazón viene de las lianas, porque las lianas fueron de las primeras cosas que hombres y mujeres ataron. El interés para hacer las cuerdas se originó en el uso de lianas, de la época selvática, y se perfeccionó en el primer hilado, ya de carácter civilizatorio, en las culturas neolíticas, hace cerca de 6500 años, lo que se midió en los términos de los calendarios cristiano, mahometano y demás. Antes, en la etapa salvaje, las y los humanos tuvieron lianas para atar, con las que aprendieron a hacer nudos, lo que serviría luego para fabricar la indumentaria de vestir y los elementos de las primeras carpas, de cuero, huesos tallados y palos, con tiras de cuero y cinchas de plantas fibrosas, a partir de que se descubriera la técnica para afilar palos con piedras. La afilación de las piedras propia de la etapa lítica permitió trozar cueros y cortar árboles, sacarle punta a los palos y despellejar ramas, así como el tallado de huesos, madera y rocas. Esto ocurrió desde hace cerca de 47 mil años. Ya entonces hubo antecedentes al orden de la urdimbre, más básicos, que asocian el orden a lo recto, porque el manejo de piedras permitió trazar líneas rectas, provenientes del rascado, que permitieron concebir a la idea de la rectitud y a sus campos semánticos conexos. Más en rigor ya los animales inferiores y las plantas establecen órdenes, así que el orden antecede al homo sapiens, pero pensado como armado voluntario bajo la idea del trazado recto es más humano porque la humanidad trazó más líneas rectas que las otras especies, que no manejaron cuchillas casi nunca. Las otras especies manejaron la materia con menor precisión geométrica que la humana. El orden humano comenzó hace como 315 mil años. Entonces, hubo un período de cerca de 270 mil años en estado salvaje, que no fuera sólo selvático, ya que la humanidad lo transitó en otros biomas, al migrar desde el África índico en que comienza el mar Rojo para Asia y Europa antes que a América, Oceanía y los polos, o mismo al hacerlo para el resto de África hacia el Mediterráneo, el Sahara y hasta el sur, una etapa previa a que la humanidad aprendiera a afilar piedras. Este período es el basamento humano de la idea del orden que nos hacemos a partir del trazado de rayas con piedras filosas, que luego, como 40 mil años después, se perfeccionaría con la urdimbre, pero el comienzo del orden se inicia con la apropiación, esto es, con el inicio de la vida, hace cerca de 3 mil 700 millones de años. Entonces, la idea que tenemos del orden responde a un interés que tiene como 3700 millones de años, pero la noción verbalizada es muy reciente, ya que la urdimbre es neolítica. El concepto del orden debe haber sido preformulado en lengua indoeuropea, previa al vocablo "ordo", de índole latina, pero a sus antecedentes menos conscientes se los vocalizó en fonemas previos, incluso los de origen mónido, algunos de los cuales ya fueron de la etapa humana.

El aparato fonatorio humano viene de los primeros mónidos, existentes hace alrededor de 65 millones de años, pero ya se venía gestando desde las formas previas, que son las de los roedores. Las especies similares a la de los monos provienen de formas anteriores que son las de los roedores. Entonces, la humanidad es una especie evolucionada de los ratones. Por eso es que a las pruebas de laboratorio de productos farmacológicos para humanos se las hace con ratones: tenemos una composición genética parecida. El conjunto macro debiera ser llamado "roétido". Las primeras especies "rátidas" constan de alrededor de 145 millones de años y fueron las que expresaron los fonemas de los que derivan los nuestros. Los haplorrinos, rátidos ya semejantes a los monos, de tamaño pequeño pero mayor que el de los topos, tienen 65 millones de años, y los antropomorfos entre 40 y 35 millones. A medida que algunas de las primeras rátidas fueron creciendo se fue conformando la especie a la que pertenecemos.

Entonces, cabe decir que los humanos somos tanto rátidos como mónidos. En jerga común somos ratas enormes y monos pelados grandotes.