Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 13 de octubre de 2018

¿Qué pasa cuando el pueblo no quiere radicalizar la democracia?

Esta pregunta puede sonar extemporánea, ya que los pueblos del mundo distan de adoptar posturas progresivas, sino que oscilan más entre el conservadurismo y la regresión, hasta ahora moderada, pero con el peligro de empeorar y una profundización muy genocida en Medio Oriente y en Sudán. El común del marxismo puede acusar, por la derechización de las masas, a la falsa conciencia promovida por los aparatos ideológicos del estado y los grandes medios de comunicación, sin reconocer lo debido al lugar de la religión y de la fe en el asunto, pero su argumento es insuficiente también porque no da cuenta, por un lado, de las causas de la falsa conciencia de la elite, ni de sus padecimientos, y por otro de la responsabilidad popular, en su gran mayoría proletaria, por la existencia de la mala práctica social. 

La democracia tiene el problema de las elites, el capitalismo, el imperialismo, la religión y la fe, pero también tiene el de que el pueblo tiene su maldad, y el de que ésta depende en parte de sí mismo, cosa que es necesario asumir para encararlos bien, de igual modo que es heterogéneo y que su práctica cambia con el tiempo y la experiencia histórica. Un punto clave es el buen esclarecimiento de la ideología social, ya que la gente, si tiene mala ideología, obra mal, y la extensión de las malas ideas es general en la sociedad actual, aunque su nivel sea intermedio, ya que coexiste con las buenas de forma más o menos pareja.