Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 31 de octubre de 2018

Del partido único socialista propuesto por el PTS

Es saludable la propuesta del PTS, pero tiene dos problemas insalvables. Por una parte es que tendría que asumir su calidad socialdemócrata, ya que está planteado como partido electoralista, aunque se complemente con el movimientismo, sin lo cual es propenso a recaer en posturas insurreccionales. Hasta que no lo haya hecho no podrá relacionarse bien con el Partido Socialista Argentino, que es la socialdemocracia principal de este país, y secundariamente con sus desprendimientos y con el alfonsinismo, que es el mayor núcleo de la socialdemocracia cristiana argentina: el peronismo socialista, que también es socialcristiano, es minoría dentro del Partido Justicialista. El socialismo argentino se expande entre el anarquismo, que es anti-sufragista, el comunismo, aliado del PJ, la socialdemocracia atea y la cristiana, presente tanto en el PJ como en la UCR. El partido unificado de la izquierda debiera contenerlas a todas, o tendría mal el nombre, cosa que lo deslegitimaría ante la sociedad, algo acostumbrado entre partidos y sistemas de gobierno.

Los partidos que componen el FIT no están dispuestos a hacer una alianza tan abierta, que aún así sería insuficiente por dejar afuera al progresismo liberal, que es el de la democracia cristiana moderada, la del FpV. Incluso si se compusiera un frente semejante, que es necesario para realizar la reforma de la constitución, sería difícil ganar las elecciones y mantener el gobierno, porque gran parte del pueblo, cuya mayoría es proletaria, obedece al liderazgo capitalista, que es el del liberalismo conservador, plasmado en el orden legal superior, en la ideología de los medios de comunicación más grandes y en sectores mandantes del PJ y la UCR, así como está en la dirigencia de los subsiguientes partidos católicos del interior del país. El socialismo más materialista, el que cuestiona al teísmo, tiene que construir alianzas lo más amplias que pueda, pero para que éstas perduren y tengan éxito es preciso que el proletariado entienda y adhiera a la crítica socialista. Hasta tanto debe primar el reformismo procapitalista, porque no se puede operar el traspaso de un sistema al otro si el grueso del proletariado no lo exige explícitamente. La exigencia conciente del socialismo por parte del proletariado debe ser el indicador para convocar al reemplazo de una estrategia de reformismo limitado por otra de transformación prosocialista, que depende necesariamente de la reforma constitucional en lo referido a la propiedad privada y a la usura desmedida. El punto de esto es el de la reivindicación obrera. El cuestionamiento absoluto al capitalismo será perdedor en tanto que no sea la mayoría proletaria la que demande el pasaje a un sistema socialista, así que habrá que hacerle una crítica relativa, que reconozca porqué el proletariado acepta al capital en lo que lo hace, que es porque suele permitirle vivir.

El problema que tiene el socialismo es que el proletariado es bastante religioso y procapitalista, aunque más de religiosidad progresiva y de procapitalidad heterodoxa, cosa que es traccionada a derecha por la hegemonía del capital, pudiendo desencadenar ultra-derechizaciones, con las distintas formas del fanatismo de alto sacramento, cuando no lo hace hacia la izquierda, debido a la crisis del sistema, lo que se inclina sobre todo hacia las variantes del reformismo gubernativo obediente a la ley suprema, atravesadas más o menos por el misticismo diablero al igual de las que las extremas.