Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 4 de junio de 2019

Las iglesias, locales partidarios

Son asambleas, de partidismo no directamente político sino de religión teísta, que suele ser pro-liberal. De allí el peso enorme del liberalismo alterno en el seno del pueblo. Es el liberalismo populista, es decir, una postura política de credo deificante cuya posición científica es más favorable al pueblo que a la dirigencia, como la opción por los pobres, que se inspira en las vertientes franciscanas de la iglesia católica, un liberalismo de centro. Las versiones extremas del liberalismo son más agustinianas y tomistas, que son más de clase alta; son privatistas, partidarias de la privatización, de culto elitista, de ascenso social con la conducta individual tomada como la más competente, exitosa para obtener sus logros, pero mal objetivada, con los méritos bastante mal definidos, por obedecer al capital e hipotetizar mal. Esto se da en el Occidente de mando social católico heterodoxo, el de la iglesias centradas en el Vaticano. En el protestante y en el católico ortodoxo debe replicarse de maneras distintas, también con versiones privatistas y populistas, algo fusionadas y contradictorias, con sus correlaciones en los partidos políticos gobernantes, y a esta explicación le falta el Oriente, antecedido de sus cultos animistas, como el del actual sintoísmo, y seguido por el mazdeísmo, contemporáneo al judaísmo, de orígenes cercanos al 1700 a.C., el confucianismo, del siglo octavo anterior a Cristo, el hinduismo en el quinto, el budismo en el cuarto, el islam en el 600 después de su nacimiento, antes que la entrada del cristianismo, el católico, con sus dos grandes ramas, de las iglesias ortodoxa y del Vaticano, y protestante, los primeros más por medio de las cruzadas medievales y el segundo por el imperialismo europeo moderno, previo al socialismo, gobernante recién desde 1917 y 1949; así como no se da cuenta del África, con orígenes animistas y posterior evolución hacia la religión egipcia, entre el 4000 a.C. y el 400 d.C., la influencia helenística y romana, la expansión musulmana entre el 622 y el 750, llegada hasta España y persistente hasta hoy en día, la evangelización de partes del continente a partir de las expediciones portuguesas, entre 1418 y 1543, reforzada con las conquistas posteriores de las monarquías neerlandesa y española y, tras la revolución industrial, de Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Alemania e Italia, antes de la primera eclosión del socialismo, a partir del fin de la segunda guerra mundial, con la descolonización, que obtuvo varias presidencias también bárbaras, durante esta etapa histórica de hegemonía del capital, en que el salariazgo y la explotación imperialista de los enclaves de materias primas se impone por la fuerza de las armas. Tampoco dice del Asia insular ni de Oceanía, de origen animista y con civilizaciones previas a su conquista por parte del imperialismo europeo, que las cristianizara bastante.

El liberalismo populista se corresponde con la piedad relajada, mientras que el privatista lo hace con la estricta. Ambos tienen la contra de ser piedades, así como se diferencian en parte. El socialismo se propone como síntesis, pero su concreción debe ser impulsada por grandes conglomerados societales para darse a pleno, así como deberá enmendar sus faltas, porque las tendrá muchas y graves.