Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 11 de junio de 2019

Relegar del confort es autodestructivo

Un error auto-aniquilante del anarquismo es su renuencia al confort. El confort burgués capitalista es recusable, pero no el confort en sí. El confort es carpintero, ya que las fortalezas y los muebles se hicieron de madera. Lo burgués, como lo propio de las fortalezas germanas, iniciadas en la antigüedad pero eclosionadas con el protestantismo, se inició luego de que a partir de la metalurgia se inventaran las sierras y serruchos, por lo que en las otras culturas metalúrgicas también se diera como carpintería urbana, no necesariamente para construir fuertes. Lo burgués, en sí, es lo civil de fortaleza, luego entendido como la vida de la ciudad, o sea que podría ser bueno. Coexiste con la periferia de las grandes urbes, el campo a su alrededor, que es parte del asentamiento social aparejado por la estatización de las naciones. Con la agricultura, algunas naciones humanas se sedentarizaron, y se agruparon bastante en los núcleos urbanos, las ciudades, que son los centros de las naciones estatales, los territorios en que la población se concentra más, atravesados y sujetos a las oleadas migratorias.

Las naciones sedentarias concentran su población en pequeñas áreas llamadas ciudades, que a su vez tienen grandes periferias bajo su dominio, la parte territorial menos poblada en el capitalismo, que fuera la mayor durante las edades antigua y media, y hasta entrada la moderna, pero como los asentamientos rurales también son sitios, hay una falla nominal: ellos son las periferias lejanas de las urbes, parte de las naciones sedentarias, de los estados nacionales. Las viviendas estatales se caracterizan por ser casi siempre intransportables, como las de adobe. La gente se queda en el lugar porque no puede irse con su casa para otro lado, dejó de migrar para mantenerse más bajo techo, porque sabía cultivar. Los migrantes fueron más de usar carpas, menos difíciles de cargar, hasta la invención de los grandes medios de transporte, en que ahora viajan bastante para asentarse en otras ciudades: no son culturas migratorias pedestres, ni de carruajes de tracción a sangre, sino que combinan eso con el uso de vehículos de motor de acero, lo que les permite trasladarse a zonas lejanas en poco tiempo, pero en malas condiciones, como la de la expulsión de las localidades de origen a consecuencia del quiebre económico imperialista, o la de los cierres fronterizos, la persecución policial, el arribo ilegal, la permanencia clandestina, sin documentos, sin trabajo, sin casa, sin o con poca familia.