Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 25 de junio de 2019

Tabla de billetes

El producto humano mundial está representado en monedas, que son parte suya, cuestión antecedida por el trueque con piedras preciosas, que no representaban exacto a la masa de bienes a la que significaran, de cuando se compraba y vendía pagando con piedras talladas, e incluso con bienes de uso directo, como la sal, lo que después prosiguiera con el de objetos de metal caro, el pago con platería enjoyada. Luego de la moneda se hicieron los billetes, antes que bonos y valores cibernéticos, representados por los bancos en base a la confianza de la clientela sobre la capacidad de retirar sus depósitos, así como por las expectativas sobre los intereses. Los bancos, derivados del comercio, acumularon una masa de objetos con valor de cambio que les sirvió para ejercer las transacciones financieras, de compra y de venta, las crediticias y demás, que les generaron un capital mayor, que junto a las bolsas de valores y al gran capital agro-industrial y de servicios compone al sector financiero, líder mayor del capital y basado en el ahorro, cuyas mayores cuentas residen en los bancos. Estos valores también son monetarios, pero los bancos no tienen siempre el respaldo en billetes que declaman, así como antes no lo tuvieran en lingotes de oro y plata, por lo que se da una tenencia nerviosa, sujeta a movimientos de capitales sorpresivos e incontrolables, un trabajo desgraciado entre tantos, muy estresante en la cima por lo ajustado de la competencia, a su vez cultora de prédicas ásperas, secas, estériles y frustrantes, que son las mismas en la alta política, en las oficinas lujosas, las de las grandes explotaciones, custodiadas por los ejércitos profesionales más sofisticados.

Las monedas principales son el dólar, el euro, el yuan, la libra, el rublo, el real, la rupia y quizás alguna que otra más, pero hay muchas secundarias, son como 180 los países, y más o menos cada cual tiene su moneda, y a veces más de una. Entonces, cada distrito financiero imprime sus billetes, que representan algo mal al resto del producto bruto de sus jurisdicciones, de manera algo aparente, billetes que tienen una historia de fabricación, tenencia, circulación, desgaste, rotura y descarte, que hace a las pujas capitalistas porque la acumulación principal de los sistemas jerárquicos se da en moneda, en objetos a los que se les asigna valor de cambio, con el culto de Juno poco conciente de por medio y que desde la imprenta se hiciera en billetes y letras de cambio antes que en soportes electrónicos, el dinero bancario que circula entre computadoras, sin hacerlo en billetes pero medido en peso monetario: los flujos de liquidez de traslado tele-comunicativo, sea por telégrafo, teléfono, fax, internet o el que fuere, en que las creaciones de valor confidente se hacen por medio de cables, antenas y satélites, que transmiten montos bancarios o las instrucciones para su invención, como lo son las de los préstamos, que autorizan a darle plata a alguien según un contrato de fe.

Cuando los capitalistas invierten su plata en la bolsa, o mismo con las demás grandes inversiones, sucede un descalabro contable, porque el monto de valor existente supera lo entendible, se hacen estimaciones, con márgenes de error aproximados, en montos en general crecientes mientras aumenta el valor abstracto, a excepción de las crisis recesivas, valor engendrado no sólo con el trabajo corriente, inclusive el empresario más activo, sino también con la confianza, que es una elaboración mental, muy contemplativa, lo que le hace un hueco a la contabilidad mundial, que queda inexacta tanto como secreta, por lo menos en que las naciones no la conocen bien.

El producto bruto contiene al capital amortizado por el uso, y al valor en números creado por año, por lo que incluye a la especulación financiera, lo cual significa que más de la mitad del producto es capital ficticio, lo que implica que los debates económicos se conducen con razones desbocadas. Si el capital ficticio es la mayor parte del total, por ejemplo dos tercios, la economía podría reducirse en el 66% sin que cambiara el capital más salarial, el que más paga salarios, el agrícola, industrial y de servicios comunes, lo que no atendería bien al problema de la contaminación, ni de la sobrecarga laboral, y demás, pero seguro que la reducción del producto mundial es necesaria para la buena existencia de la especie. Es más, la satisfacción de las reivindicaciones movimientistas, las ecológicas en particular, depende de que el orden económico sea bueno, tanto como la cura de muchos de los problemas psíquicos actuales, que atraviesan a todas las clases y que también se extreman en la alta, pero eso depende de la razón social. Sin la suficiente buena razón social no puede haber la buena ley y orden respectivos. Cabe recalcar los traumas psíquicos aparejados por las ideas tortuosas de los credos, como las amenazas de padecer torturas eternas, o las preocupaciones por los riesgos de ser mal acusados, o las persecuciones jurídicas, con el estigma de los cuernos entremetido y los antecedentes de ira grupal mal descargada, cuestiones acompañadas de las preocupaciones de la lucha de clases y a veces agudizadas en la elite por lo puntilloso de las opiniones refinadas, algunas de las cuales se coordinan en las concepciones clericales y hacen a lo detallado y exigente de la ley del capital. El capital se funda en una moral ascética, aunque no esté definida de todo ni sea muy coherente ni homogénea. Es la moral de la clase privada, que es histórica, y tiene una relación íntima con las iglesias teístas, aunque no se defina sólo por ella, porque éstas le proveyeron el marco institucional y teórico a las universidades privadas, muy importantes en la composición de la ciencia liberal. En el bloque comunista esto se replica de modo distinto.