Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 28 de enero de 2018

De la ignorancia de las masas

Como tanto el populismo como el socialismo omitieron señalar la ignorancia de las masas, porque el sistema competitivo de la representación lleva a la demagogia, en la que los partidos no pueden criticar fácil al electorado, porque tienen que ganarse su simpatía para que les voten, la crítica a la ignorancia de las masas quedó relegada, y es una crítica importante, porque la masiva es gran parte de la ignorancia humana. Señalar la ignorancia de las masas no debe ser considerado una falta de respeto con desprecio elitista, por lo menos no necesariamente, porque reconocerla es preciso para la política y porque ignorar es parte de la vida humana, es trans-estamental. El privatismo la conoce en secreto, y se aprovecha de ella para manipularlas. La cuestión es que en tanto que la humanidad no reconozca lo que ignora, no podrá resolver bien los problemas asociados a ello.

La ignorancia de la elite también es crédica, porque tiene un entendimiento de la realidad que es de fe, de una fe mitológica principalmente monoteísta, de carácter abrahámico. El terrorismo de la ilustración féica occidental, y se debiera investigar si el del islámico también, se liga con el misticismo de la caída en el pecado y la culpa, porque esta ilustración, en tanto que comenzó siendo cristiana, del cristianismo teologal, supuso un orden de la conducta virtuosa, como de la pecadora, que asimismo estimó que a las faltas, definidas eclesialmente, les correspondía un castigo, tomado por purificación, cosa que hizo que el gobierno de la clase privada adoptara una relación de maltrato hacia la inferior: la puesta en práctica de los patrones morales fidedignos, con su contracara inasumida, en discusión con el liderazgo popular respecto al gobierno, que también tuvo mucho de pietista, y por ende de castigante, pero con una mejor moderación. La clase privada, de manera aparente, cumplió con el mandato moral de sus religiones, y pretendió hacérselo cumplir a la pública, que a su vez lo reprodujo más democráticamente, y también con doble moral, lo que causó mucha injusticia, cruzada con los dislates económicos y políticos de la comprensión equivocada de la realidad, y entre una competencia capitalista internacional, en lo que las clases populares sobrevivieron en crisis y sosteniendo a veces a sus dirigencias, al modo inestable y con las roturas habidas, en el marco de la evolución civilizatoria moderna.