Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 26 de enero de 2018

Teoría y deificación

La teoría tiene bastante que ver con la deificación. La voz griega “theoriaˮ significó cosas dioseras como la contemplación, la vista, la especulación mental, la asistencia a espectáculos, de disfrute pasivo de lo que aconteciera en el escenario, la embajada o la misión sagrados, la peregrinación u otras expediciones religiosas, y el oficio de teoro, que eran los sacerdotes que hicieron de diplomáticos para organizar las fiestas religiosas entre las ciudades helénicas. Los más conocidos fueron los del templo del oráculo de Delfos, dedicado a reverenciar a Apolo.

Cuando los griegos adoraron a sus dioses acometieron una fe que fue tenida por falsa por otras personas, y así sucedió con cada credo, cuyos dioses fueron tomados como no-verdaderos por los fieles de las demás creencias, y de algunos cuantos de los cuales ya no profesa nadie: son los de los relatos místicos olvidados por toda la humanidad, que los ha de haber habido muchos en la era primitiva y que han de ser los antecesores de los de la civil, de lo que da cuenta la persistencia de las mitologías orales en los pueblos salvajes de hoy en día. Esto habla de la falibilidad del fideísmo, que debiera evaluar bien la pertinencia de creer en dioses. Así como desde el monoteísmo se reprobó a los dioses del politeísmo grecolatino, se puede desaprobar a los dioses monoteístas, cuyos adeptos no pudieron justificar con razón buena la existencia objetiva de sus dioses proclamados, y que tampoco coinciden entre sí. Para los cristianos y judíos es Dios, y para los musulmanes Alá. Entonces, si sólo uno de los dos podría ser el verdadero, el otro tiene que ser falso, eso por lo menos, pero aparte el primero tampoco estaría bien justificado, científicamente hablando, hasta que hubiera pruebas suficientes y claras, comprensibles para la gente común, de que realmente está allá, afuera del universo. Hasta tanto, postularlo sin saberlo es una falta a la verdad, es decir, a la adecuación del propio discurso con lo bien sabido, al acertamiento del propio decir. Hace a la mala costumbre de pensar que es verdad lo que se cree, es decir, de dar por ciertas a las hipótesis sin haberlas testeado bien.

El ateísmo debiera reemplazar a la teoría por una ideación acotada a lo sabido por cierto, lo que sería insuficiente hasta que la humanidad entera lo siguiera, pero en tanto ésta existirá, y se perdería poco, en términos cósmicos, si dejara de hacerlo, lo que aparte algún día sucederá, porque la humanidad no será eterna. La historia humana habrá sido una vez que haya dejado de ser, y su persistencia, entre otros factores, depende del hacer voluntario de nuestros semejantes. Entonces el planeta quizás recobraría su equilibrio anterior al predominio humano. Que exista o no la humanidad es secundario para el cosmos, pero nos importa a los humanos, lo mismo que las condiciones de existencia de la especie, a las que se debe adecuar a la realidad para que los integrantes del género vivan bien.


Fuentes

Vocablo “theoriaˮ en el diccionario de griego mencionado antes.

Vocablos “teoroˮ y “Delfosˮ en Wikipedia.