La recaída en el vicio de los y las emparejados cuyos maridos u esposas tienen relaciones sexuales extra-matrimoniales es favorecida por la estigmatización del mito de los cuernos asociado a la infidelidad conyugal, porque la poligamización entendida en los términos de la fidelidad monogámica apareja, para él o la supuesta perdedora, la identificación con la figura del diablo, que a su vez socialmente está asociada al vicio. El pretendido perdedor, que en verdad es quien cesa relativamente su vínculo filiar, puede actuar de diablo al recaer en el vicio, porque el mito social en que se inserta lo predispone a ejecutar dicha representación, como un papel actoral pero de identidad sacra. Es una conducta patológica sugestionada por el modo crédico de entender a las relaciones sexuales interpersonales.
Algo similar puede suceder con las identidades de otros tipos que se alejen de la norma imperante: pueden tornarse proclives al vicio por calificárselas de diabólicas. Entonces, la deposición de este mito es necesaria para reducir las psicopatologías en las que influye.