Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 25 de febrero de 2018

Crítica a la acusación feminista a los grandes actores del espectáculo

La crítica feminista a los actores y cantantes que se ha vuelto internacional, al menos al darse en EEUU, Europa y Argentina, tiene razón en condenar el acoso y los abusos sexuales de los hombres. Lo que tiene de hipócrita es en quedarse corta, porque no fueron cuestionados los empresarios del rubro, ni los tratantes de mujeres, ni los bancos que les lavaron sus fondos, o el manejo sexual de los empresarios capitalistas, que debe ser mucho mayor, entre otros tantos temas, no todos sobre el sometimiento sexual. La explotación sexual de las mujeres es un tema mucho más importante que el del acoso de la industria del entretenimiento, que no tiene un tratamiento proporcional por parte del feminismo escandalizado, tampoco presto a meterse mucho con el maltrato amatorio de los capitalistas, que es celebrado en algunas canciones populares con algo de legitimidad. Otro tema es que a los acosadores se los tipificó y condenó sin que se supiera bien al asunto, porque no hay libertad para hablar de las cuestiones sexuales, ni de las sentimentales que se les aproximan. El combate al maltrato sexual masculino combina denuncias legítimas con la pretensión inconciente de descargarle la bronca a los culpables, bronca que se mezcla con la de la frustración causada por las demás injusticias históricas y con las aspiraciones castradoras inculcadas desde las religiones. Por eso les cabe el mote de chivos expiatorios, aunque no los sean: son responsables de haber cometido maltratos graves en el marco de una historia atravesada por la barbarie y con faltas mucho peores en la clase alta, en particular las atinentes a la violencia sexual, porque el poder social otorga la facultad de dominar a las personas y porque para obtenerlo se hubo roto a algunas de las barreras morales, generando un comportamiento sociopático antecesor, que responde a otras causas que deben ser bien atendidas. La reprensión a las faltas individuales no debe ocluir la asunción social de sus desencadenantes, porque eso es irresponsable y hace que los culpabilizadores no asuman bien su lugar en el asunto.