Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 27 de febrero de 2018

Del politeísmo libertario global

El posmodernismo tiene la hipocresía de no haber asumido que la moderación moderna no fue una de verdad, le reprochó su fracaso sin haberle evaluado bien su calidad pasada, como tampoco lo hizo todavía por ser impotente para cuestionar a los dioses, lo que redundó en la promoción del sincretismo politeísta en el misticismo intercultural, que le falsea su libertarismo. El posmodernismo es un liberalismo global alternativo que juntó tanto a libertarios como a revirados reaccionarios, lo que acabó en una mezcla rara, en la que los anarquistas promovieron a ultraderechistas como Louis Ferdinand Celine o Michel Houellebecq, y con una acentuada confusión teística, llegando al budismo alternativo, con los mandalas, al rastafarismo, y como siempre al demonio. El anarquismo abandonó mucho al ateísmo que tuvo antes, con eso de la tolerancia a las diferencias, que no son todas buenas, a lo que debería evaluar cada quien en concreto, para lo cual se tendría que tener buen juicio. La dicotomía entre la diferencia y la igualdad es otra seudodicotomía, porque ni todas las igualdades son buenas ni ninguna diferencia es mala, o sea que ninguna clase de parámetro para evaluar la calidad ambiental es suficiente, sino que se las tiene que aplicar en concreto, lo que depende de cada quien en cada momento.

La tesis intercultural posmoderna hizo al sincretismo de los dioses de las naciones terráqueas, que se reconocieron más entre sí desde el auge de las telecomunicaciones trasnacionales de la era financiera del capitalismo, que hubo sido antecedido por los periódicos, las agencias de noticias, la telefonía, la radio y la televisión, los que se potenciaron desde la invención de la tecnología satelital, sincretismo que cuestiona al monoteísmo abrahámico, excepto al judaico debido al holocausto, sin hacerlo tanto con los dioses dhármicos ni con los animistas. Es un alternativismo crédico fallido por suponer que las deificaciones inferiores son buenas por el hecho de estar sometidas, o mismo por celebrar la multiplicidad teística, como si la variedad fuese buena de por sí.