Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Del crecimiento económico y la calidad de la vida humana

La evolución del PBI mundial da cuenta de que el crecimiento económico no mejora necesariamente la calidad de la vida humana. Desde la crisis del estado de bienestar, en 1973, que marcó una degresión histórica para la especie que ya lleva medio siglo, a la que se suele caracterizar desde el progresismo como un retroceso, el PBI internacional aumentó con estrépito, aproximadamente de 5 a 75 billones de dólares anuales, según datos del Banco Mundial, un incremento de 1500 por ciento, en tanto que la población mundial pasó de alrededor de 4 mil a más de 7 mil millones, es decir, que no llegó a duplicarse. Además, esto se refiere al capital laboral, el que genera valor abstracto a partir del trabajo, principalmente el asalariado, pero también el empresario, capital de un porcentaje muy menor dentro de la totalidad del rubro. Para tener una idea aproximada basta recordar que mientras el PBI mundial en 2015 fue de alrededor de 75 billones de dólares, el mercado global de derivados, que incluye a la especulación monetaria, la bursátil y la debitaria, fue próximo a los 1,2 trillones, una cifra superior en 160 mil por ciento. En datos imprecisos, el capital medido en el producto bruto mundial es del 0,00625 por ciento del total, cuyo 99,99375 restante es especulativo. Esto implica que no tendrá buen éxito ninguna política que no resuelva bien el problema de la especulación, pero además deberá atender bien a los defectos de la economía laborista.

La superación de la crisis actual no puede implicar la reposición del estado de bienestar, porque éste, incluso con los buenos logros que tuvo, implicó un disciplinamiento social de carácter tanto pietista como procapitalista, aunque no haya sido tan religioso en la ex URSS y sus aliados, que tuvieron gobiernos ateos en naciones bastante fieles. La reposición de aquél estado bienestarista causaría el mantenimiento de la base capitalista que facultó a la especulación financiera, lo mismo que lo hiciera la especulación teológica, las tres con su secuela de explotación y neurosis. El verdadero estado de bienestar debiera combinar la crítica al teísmo con la socialización económica y política, es decir, que se tendrían que conservar sus buenos aspectos y corregir los malos. En particular, facilitaría su funcionamiento que dejara de primar la exigencia de un crecimiento que ya se reveló como insensato, pero que pesa en las aspiraciones de parte de la población y de los gobiernos, o mismo en los agentes más determinantes de la opinión pública de la época.

Desde que el capitalismo se iniciara a mediados del siglo XVIII de la era cristiana, sostuvo un impulso pujante extraordinario, inédito en la historia, que lo expandió por todas las naciones, introduciéndose incluso en las que pretendían lucharle en contra, en las que la acumulación fue más gubernamental que privada, a la inversa que en el liberalismo, que también tuvo mucha injerencia gubernamental en la economía. De hecho, cabría analizar cuánto del desarrollo capitalista se debe al gobierno y a las naciones, ya que los empresarios liberales se glorifican de éxitos que en cierta magnitud no le corresponden a la iniciativa privada, la cual se enriqueció mucho a costa de las naciones y del erario público, por medio de la extracción del plusvalor, las exenciones impositivas, los subsidios, las prebendas, las maniobras fraudulentas con las empresas públicas y la deuda estatal y las demás transferencias de liquidez procuradas mediante la tributación internacional, cuya mayor parte recayó sobre los pueblos, incluso aunque éstos detentaran un porcentaje muy menor de la riqueza monetaria. El desarrollo capitalista fue fabuloso y enorme, en gran medida alentado por la ciencia y por las asunciones religiosas, que aún siendo seudocientíficas contuvieron asertos verdaderos, provenientes de los balances teológicos de la experiencia histórica de la especie humana, pero desde la crisis del estado de bienestar el capitalismo entró en una dinámica extraordinariamente sacada de quicio, con el auge de la especulación financiera, que alcanzó cifras muy desfasadas de la economía de subsistencia, por lo que hubo desde entonces una etapa de impasse histórico que todavía persiste, en mucho por la falta de alternativas claras, habida cuenta del colapso soviético y del autoritarismo chino, que no debe ser más terrible que el liberal pero que está muy mal estimado en las naciones pro-occidentales, que no los evalúan con el mismo celo, de modo similar a lo que sucede con la socialdemocracia, que así como tuvo sus grandes aciertos y faltas es bien y mal juzgada. En eso hay un problema con los pueblos, cuya conciencia y política tienen faltas inasumidas, a consecuencia del fideísmo y del propio orgullo, lo mismo que méritos, que hacen a la dicha de nuestra historia crítica.


Lecturas

William I. Robinson, “Burbujasˮ, en el suplemento Cash de Página 12, Buenos Aires, Editorial La Página, 11 de febrero de 2018.

Informe “PIB (U$S a precios actuales)ˮ, en <https://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.MKTP.CD>.


Nota

Tal vez la cuenta comparativa entre el capital laborista y el especulativo esté mal, porque no pude cotejar si estuvo bien hecho el pasaje del cálculo del inglés al castellano, idiomas en que los billones y trillones valen distinto.