Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 5 de febrero de 2018

Del crecimiento

Me disculpo por lo breve. El crecimiento humano debiera ser tematizado en extenso, con un estudio internacional planeado para mucha gente, y redactado en un escrito largo y bien ordenado. El crecimiento humano, en sí mismo, es cuestionable. Está impulsado por el mandato cristiano de crecer y multiplicarse, lo que en las otras religiones crecedoras ha de operar distinto, todas beneficiadas por la ciencia, porque la ciencia es la causante de la técnica, la guía para actuar de acuerdo a un objetivo. El progresismo propone al engrandecimiento humano, sin definir bien qué entiende por eso, de lo que se lo caracterizó como un aumento poblacional, con estándares de vida prefijados, en los cuales los fieles se comporten sanamente, entendido esto conforme al idealismo capitalista, de predominancia salarial por sobre el empresariado, aunque con dirigencia social de su parte hegemónica. La economía capitalista, cuyo crecimiento es medido en dólares, se da en esas condiciones. Entonces, es una prolación algo mala, un engrandecimiento algo malo de la especie humana, que está mal guiado por ideologías equivocadas.

Se puede tomar al tamaño de la humanidad con ligereza. Lo que más importa es la calidad de la vida, que podría ser mejor incluso con una población más numerosa, porque el monto es de importancia secundaria. Así como las plagas perjudicaron a la humanidad, la humanidad lo hizo con las demás especies del planeta, habiéndose estratificado, cuando predó a las inferiores, las apresó, cosa que los humanos hicieron entre sí y a lo que se continuará haciendo, en el modo empresarial, que es predatorio porque el emprendedurismo comenzó a gestarse en la predación de los miembros de las especies inferiores a los que se sometió para usar su materia de distintos modos, es apresante, y por ende opresivo, por lo que la humanidad podría tranquilamente reducirse, e incluso desde una decisión social, que sería voluntaria. La superpropietarización humana, palpable en la cima social, da cuenta del exceso productivo realizado, al que se cometiera no sólo con una diferenciación entre los miembros de nuestra especie, sino también, en este predominio especista, por el sometimiento y la manipulación de la materia de los integrantes de los demás géneros físicos.

El apresamiento de seres, vivos e inertes, es común a las especies vivas, es una predación común con predominio humano, y aristocrático en particular. Los recolectores también apresaron alimento, con el que se nutrieron, de una manera simple y de menos tiempo de vida que la actual, cerca de treinta años, o algo así, pero al hacerlo se beneficiaron a sí mismos en ocasiones para perjuicio de otros, por lo que tuvieron su egoísmo, aumentado entre cazadores y pescadores, captación bastante menor que la agrícola e industrial, la que reformuló en las primeras urbes a la tarea ejecutada desde el homo faber. Esa acumulación, la del origen civilizatorio, ya era violenta, como lo hubo sido desde la caza, y antes porque hubo la conquista del territorio. Las poblaciones nómades recolectoras se impusieron en los territorios que ocuparon, para lo que echaron a algunos de los animales inferiores, con palos, piedras y el fuego después. El manejo del fuego fue un avance técnico formidable de lo más básico de la evolución humana, y aumentó nuestro tiempo de vida porque, además de servir para ahuyentar a los otros animales grandes, algunos de ellos predadores superiores, a los chicos venenosos, como las víboras, y a los insectos, mató a las bacterias de la carne y la verdura cocidas, primero a las brasas, sin y con piedras, y luego en cuencos de arcilla, con otros de los cuales machacaron cereales, creando a la primer harina. También hubo otros modos de cocinar, como el de los pozos horneros, o el entierre, o la cocción a sol en el desierto, la de la disecación de las berenjenas, o mismo de la carne, cuya conservación se completó con la sal antes que con el vinagre, al aprenderse a fermentar, antes de lo cual la embriaguez se consiguió consumiendo plantas, hongos y frutas podridas, igual que por la generación corporal de sustancias narcóticas, como la del sueño.

Aún habiendo sido así la captación humana antigua y medieval, su dimensión no fue tan terrible como la actual. La diferencia comparativa es abismal, y eso que la antigua tuvo al esclavismo y la segunda a la servidumbre como modos principales del sometimiento oligárquico. También la población humana era mucho menor, pero el consumo total era muchísimo más bajo que desde la revolución industrial. En tanto que la humanidad predomine tendrá el problema de qué ejercicio social hacer, por lo que el tema persistirá en caso de persistir el predominio de la especie, y asimismo le sucederá a su diferenciación interna, y sus ramas y vericuetos, esto es, a toda su apropiación. Hacer el juicio de la propia práctica es común a las especies practicantes, lo mismo que lo es el de la propia apropiación, juicio de sí mismo que se da colectiva e individualmente. Cada quien se juzga a sí mismo y a sus acciones, de buena y de mala manera, en relación al juicio social, que está algo indefinido y algo bien y algo mal decidido, y es crítico, como el propio juicio de sí de cada quien, con las variantes grupales y particulares que hubo. También cada quien se siente de acuerdo al juicio de su propia práctica, el cual es equívoco. Existe la relación entre el sentimiento de los individuos con su moral y la actividad social, que se compone de las individuales y a las que se juzga según concepciones algo aparentes.