Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 27 de febrero de 2018

Del actual ciclo latinoamericano de mayoría conservadora

Así como antes no hubo un ciclo progresista puro en América Latina, sino que los gobiernos proteccionistas adquirieron una mayoría relativa en comparación a los conservadores, tampoco hay ahora un conservadurismo completo, porque al gobierno cubano le acompañan los de Bolivia y Venezuela en mayor medida que el uruguayo y el chileno, ahora que todavía no asumió Piñera, y los de El Salvador y Nicaragua. Más que de un ciclo progresista se trató de una victoria de margen escaso pero importante, en mucho revertida primero con la deposición de Lugo y luego con la de Zelaya, antes de que Dilma Rousseff ganara tan debilitada en el Brasil y de que Macri lo hiciera en Argentina. La preponderancia conservadora en América Latina responde a la ortodoxia de las más grandes potencias, las del capitalismo afianzado de la posguerra fría, el estadounidense en particular, que es seguido por Europa y Rusia, y por el comunismo chino y la India, cuya constitución es socialista, pero no así tanto su orden interno, ambos de los cuales persisten fallados, más o menos igual que aquéllos. China figura como segunda o tercera potencia mundial, antes o después que Europa y por sobre Rusia. Desde 1917 en adelante dos grandes potencias adoptaron al socialismo en su ideología, lo que antes no sucedía, igual que éste creciera en presencia mundial. La República Cooperativa de Guyana, la Guayana Francesa y Surinam tienen gobiernos socialistas, incluso en el país que sigue siendo territorio ultramarino. La fase mundial de socialdemocracia crítica y fallada es inevitable, lo mismo que la del comunismo fracasado, y ambas pueden requerir, como etapa preparatoria y aliciente, de la democracia religiosa popular, a lo que define la correlación de fuerzas nacionales y la predisposición política de las masas. Como la evolución humana es internacional, las fases más avanzadas tienen las fallas de las retrasadas, así como las suyas propias, que tienden a ser menores que las de las etapas históricas superadas, y aportan al progreso de las regiones rezagadas. Algo del desarrollo capitalista se debe al materialismo que adoptara. El fideísmo es uno de los nudos centrales del capitalismo, porque éste es fetichista, por lo que una condición necesaria para la transformación revolucionaria es el cuestionamiento a la fe. Hay una relación entre la creencia y la mala estratificación, porque aquélla habilita al mal razonamiento con el que se componen los vínculos sociales.

La crítica libertaria al evolucionismo social humano es inexacta, porque hubo un proceso histórico de la especie que hace a nuestro presente, pero es verdad que aquél cometió faltas graves, que no fue bueno lo que debiera haber sido, así como que seguirá teniendo males tremendos, que le serán cuestionados. Es una mala crítica porque no señaló que el evolucionismo debe existir siendo bueno, de lo que cayó en el relativismo intercultural, omisivo para con las injusticias de las naciones sometidas y para con los logros científicos progresistas. Existen las naciones superiores, las imperialistas, que dominan a las de desarrollo intermedio y bajo, que son mejores que las grandes potencias en algunos asuntos, como el de la preservación de la naturaleza, aunque también se las puede criticar.

En total aproximado, los países latinoamericanos que tuvieron gobiernos progresistas desde el primer Foro Social Mundial, en 2001, hasta la caída del PT en 2016, suman una población de 349 millones de habitantes. Entran en la categoría Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, El Salvador y Cuba. A nivel intermedio, por los cambios presidenciales, están Honduras y Paraguay, con 23 millones. Entre los conservadores figuran México, Colombia, Perú, Guatemala, Costa Rica y Panamá, con 227 millones. No están en el recuento los países de las islas caribeñas, excepto el mencionado, que suman cerca de 32 millones, ni las guyanas y Surinam, de 1 millón 611 mil. La población subcontinental asciende a alrededor de 632 millones. La crisis del progresismo latinoamericano está dada porque no se supo enfrentar la dependencia agroexportadora, cuyo valor internacional descendió desde la quiebra bancaria estadounidense de 2008, causando déficit fiscal, agravado por el pago de las deudas estatales y por la importación mal restringida de las manufacturas industriales más sofisticadas. Asimismo, la falta de inversiones laborales estuvo determinada por la especulación capitalista, pero tampoco fue subsanada mediante el reparto de las horas de trabajo con reducción de la ganancia empresaria. La idea de que el gran empresariado debe ganar mucho para reinvertirlo está equivocada, ya que la mayor parte de las ganancias se destinan a la especulación. El modelo agroexportador no debe ser superado mediante una industrialización como la de los países centrales, sino con una política económica alternativa, que combine la predominancia agrícola con un modelo industrial bien razonable en el marco del proteccionismo relativo y progresivo, con la socialización propietaria correspondiente a las posibilidades del momento histórico y un complemento crítico con las potencias internacionales de izquierda.


Anexo del 8 de junio de 2018

A sabiendas de las duras represiones ejecutadas en Venezuela y Nicaragua, es preciso rehacer el análisis, no porque los gobiernos de estos países no sean progresistas, sino porque el progresismo puede tener faltas tremendas, pero para evaluarlas bien habría que ponerlas en una perspectiva comparada con la represión de los otros países, y entenderles las causas, lo que implica un estudio muy extenso.