Ahora con el auge de lo baladí se tomó al lenguaje como una creación graciosa, una joda de la que reírse, pero esa es la faceta superficial del lenguaje, y de mala superficialidad, porque el lenguaje debe responder a las cuestiones de la subsistencia, y su uso lúdico sólo puede ser bien celebrado cuando aquéllas están bien resueltas. En el protoindoeuropeo, un idioma hablado antes de la antigüedad grecolatina, previo a la era civilizatoria, entre Europa y la India a los ciervos se los denominó según sus cuernos. La palabra que usaron los protoindopeurianos para referirse a los ciervos sonaba como “krwóˮ, que quería decir algo así como “el de los cuernosˮ, porque hasta ese entonces las personas se habían enfrentado a los ciervos con lanzas, por lo que sus cuernos eran elementos a los que temían, dado que no eran fáciles de vencer. De allí que el análisis supervivencial les centrara la atención.
La mitología diablera contiene tanto a cuernos como a fuego, porque en la época primitiva los cuernos de los animales le causaron bastante temor a las personas, que tenían que enfrentarlos desarmados, a piedrazos o palazos, de lo que algunas veces se los terminó comiendo a las brasas, en especial luego de que pudieran sacarle punta a las ramas usando piedras afiladas, o sea que entretanto se fumaron las plantas que quemaron, a veces en cavernas, otras a la intemperie, con lo que se embriagaron en algunas ocasiones. Es lógico que racionalizaran su temor en una figura alusiva, que remezcló elementos objetivos para dar lugar a un relato fantástico, ligado al mal porque los cuernos de los animales hubieron sido una causa de daños serios para los humanos.
Antes de la edad de piedra los antecesores pre-homínidos de los humanos asociaron a los cuernos de los animales con la muerte, porque muchas veces los mataron a cornadas, y otras los dejaron lesionados. Los cuernos eran un arma insuperable.
Fuente
Expresión “Idioma protoindoeuropeoˮ en Wikipedia.