Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 22 de febrero de 2018

Para el balance de la restauración conservadora

El progresismo latinoamericano destituido, cuando retome el gobierno, deberá estar atento a las maniobras del capitalismo imperialista, en primer lugar del estadounidense, aliado a las oligarquías del subcontinente, en segundo lugar del chino, en tercero del ruso y así. Esta crítica es hipócrita, por lo que le falta mucho complemento, al que deberán hacer otras personas. En los términos de la estrategia imperialista estadounidense, el progresismo latinoamericano que gobernó en algunos países fue bastante inocente, tanto como para aliarse en la obra pública con el capital corrupto de la construcción capitalista, lo que era obvio que tiene sobornos hasta para los analistas políticos mediocres, por lo que era fácil para los servicios de inteligencia recoger los datos y darlos a conocer con los medios de comunicación privados. Para desgracia, el democratismo religioso persistirá mientras que los pueblos escojan ser religiosos, así que la devoción popular será un escollo para el socialismo ateo mientras que dure, y no cabe forzar mal la conversión conceptiva, por lo que la izquierda deberá dar el debate en la sociedad, no sólo el que cuestione a los dioses y a las religiones sino el atinente a la fe en sí misma, y a la creencia, eso en el marco de la lucha de clases. En tanto que las clases sepan bien a la historia su práctica se ordenará mejor, lo que sucederá en crisis, porque ni querrán hacerlo fácil ni tampoco aceptarán repartir bien las propiedades, en una lucha animal, neurótica y algo insensata, a la que no querrán sostener en algún momento, por lo que tiene de dura. La transformación revolucionaria requiere que las personas entre en razón buena. La razón en sí misma no es siempre buena, y la vigente es la razón algo falsa de la falsa conciencia crédica, que se replica aminorada en el socialismo científico y que también tiene su bondad.

La izquierda debe dejar de ejecutar una política peligrosa y defraudadora, por sí misma y por el proletariado al que quiere representar, pero además porque la política debe ser masiva para ser bien ganadora, lo que se complica por la barbarie en curso y se dificulta cuando se la opera con mala moral. El problema de la vanguardia es el del seudovanguardismo, que es cuando la vanguardia opera mal en la sociedad, lo que es inevitable cuando está generalizado el parecer como justificativo de la práctica y el credo como dador de la identidad social, mientras que las personas se identifican en concepciones en gran medida de fe. La resolución de la crisis humana es responsabilidad de toda la humanidad, por lo que la izquierda debe dejar de asumir las responsabilidades que no le competen, y exigirla por parte de quienes deban tenerla, lo que es común, cosa que sucederá durante el transcurso de la evolución política y propietaria internacional. Lo que más corresponde es que el primer motor de la liberación social sea el proletariado, con el empresariado popular en segundo lugar y la vanguardia política en tercero, aunque ésta deba tener un lugar destacado, porque es la mejor educada en politología. Entonces, la vanguardia debe hacerle saber a la gente común que sin su lucha la emancipación se dificulta o se torna imposible, para lo cual el método de lucha debe ser honesto, explícito y seguro, y permitir a las personas vivir más o menos bien mientras que lo aplican, para lo cual debe estar bien adaptado a las circunstancias sociopolíticas.