Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 25 de febrero de 2018

El PSA tiene más representación gubernamental que el FIT

El Partido Socialista Argentino tiene, de rango ejecutivo, la gobernación de Santa Fe y las intendencias de Rosario y Cosquín. Es el mayor partido socialista ateo del país. A nivel legislativo nacional tiene un diputado, mientras que el FIT tiene dos o tres. Me falta saber de los legislativos provinciales y municipales. El Partido Comunista Argentino perdió espacio en el gobierno pero mantiene presencia social, con un banco, un centro cultural y un instituto de fondos cooperativos. Asimismo existen los partidos colindantes a los principales de las internacionales segunda, tercera y cuarta, con menos o ningún cargo de gobierno. Los tres grupos adoptan el método socialdemócrata porque fueron a elecciones, promoviendo incluso a candidatos católicos, hasta capitalistas menores, con mayor o menor énfasis en el movimientismo, del que se debe hacer buen uso. El trotskismo emplea una socialdemocracia inasumida, por el carácter anti-socialdemócrata de Trotsky, y está en contra del frentismo democrático porque el empresariado medio es parte del pueblo. El justismo sostiene a gobiernos progresistas pro-capitalistas y medio corruptos, en particular por la presencia del narcotráfico en una de las ciudades y en la provincia en la que manda, pero sobre todo porque no puede llegar a obtener la presidencia, habiendo alcanzado, a lo sumo, cerca del 15% en las elecciones de 2011, y casi desaparecido en las de 2015, de lo que dista de poder socializar los medios productivos mayores, porque eso requeriría de una constitución socialista, para la que se necesitaría de dos tercios de los legisladores nacionales. El Partido Comunista, el PCCE y los partidos socialistas fernandezistas aportan a Unidad Ciudadana desde abajo, con poca representación gubernativa. La federación anarquista renegó de los partidos y prefirió que ganaran los conservadores extremos a llamar a votar por Scioli, un liberal heterodoxo de conservadurismo moderado que fue secundado por Carlos Zanini, un ex maoísta que ahora es preso político, acorde con el giro pro-comunista del kirchnerismo durante su anterior mandato. El abstencionismo tiene un gran peso en este país, de alrededor de entre un quinto y un tercio del padrón, pero no todos los abstencionistas son contrarios a las elecciones: hay quienes las apoyan aunque no participen en ellas, quienes desisten de votar por desinterés, quienes no llegan a hacerlo por distintas causas, quienes están mal empadronados y quienes están en contra del sistema de sufragio, que se completan con los críticos a la representación árquica fidente que sí participan en las elecciones.

La reforma constitucional atea requeriría de que en torno del 66 por ciento de los votos argentinos fuesen para candidatos ateos, lo mismo que sucede con el socialismo, por lo que los partidos socialistas deberán aceptar al progresismo religioso y procapitalista de manera transitoria, al menos a mediano plazo, en tanto que la voluntad mayoritaria de la población votante del país sostenga al liberalismo creyente sufragando por candidatos entre conservadores y progresistas intermedios. Como el ejército refuerza al orden constitucional, el proletariado, en general, no será sedicioso, en tanto lo cual gobernará una combinación de representantes votados con funcionarios permanentes, los del poder judicial, que hacen cumplir a la ley burguesa establecida. De allí que el socialismo deba adoptar un buen democratismo crítico, al que habrá que definir. La estrategia guerrillera no podría triunfar ante ejércitos bien compuestos, por la inferioridad militar de sus seguidores y porque el pueblo común querría muy poco enfrentarse contra las tropas principales. Es contraria al interés de las masas, además de que impediría la buena politización social al instalar mal a la temática bélica en los debates políticos, cuyo tratamiento excesivo impediría abordar a los otros y cuyo carácter escindiría la vida de los militantes de su entorno familiar y laboral, generando una doble vida, insostenible y de honestidad desconfiable, porque la clandestinidad es ilegal. La estrategia socialista, sea la que sea, debe ser buena con el proletariado. Ese es un piso elemental y bastante elaborable. Para eso tiene que respetar a la religión y a la ley, y sería un respeto crítico. La buena honestidad no es del todo prefigurable, pero es una condición básica para la política de los partidos proletarios, incluso de los anarquistas. Las organizaciones anarquistas son partidos, en el sentido de apartamientos, de que son colectivos de anarquistas que se apartaron de los miembros de las otras filiaciones filosóficas, y son partidos políticos, pero rehúsan del gobierno y de las elecciones, por lo que su reformismo se tornó contradictorio, lo que le sucede de otras maneras a los partidos arquistas.