Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 26 de abril de 2019

De la articulación intra-izquierdista

La izquierda tiene varios quiebres, mayores y menores. Dicho a lo grosero está el que separa al anarquismo del comunismo y el de entre éste último y el socialismo, con variantes intermedias y excepciones, o sea que ahí tenemos dos grandes fracturas, que se completan con las intermedias y menores, en el seno de la infiltración de todas las fuerzas por los agentes de los servicios secretos de los ejércitos oficiales, que hace a nuestra enemistad y negativismo. Hay coincidencia general, también con rarezas, en cuestionar al clericalismo, el republicanismo y el capitalismo, con muchos matices que hacen a las contradicciones del espacio, pero no se llega a una caracterización conjunta, que permita componerles bien, por lo que la estrategia se falsea, de lo que prima el capital liberal, también bastante apoyado por el pueblo, una cuestión subestimada en el análisis, lo que exaspera los debates en la superestructura.

La historia de agresiones entre los miembros de la izquierda dista de haberse saldado bien, por lo que persistirán los rencores y enconos grupales e individuales, permanentemente realimentados por la violencia dominante, sea ésta intencional o no, por lo que habrá que tratar de enfrentarlos de buen modo y sin que proponérselo baste para lograrlo.

En mi opinión la estrategia debe componer a los elementos de izquierda, sean partidos, organizaciones particulares, como los movimientos sociales, entre otras tantas y de varias índoles, o los individuos, según el seguimiento crítico al proletariado y con el criterio de ajusticiar al capital de buena manera, para evitar los pogromos socialistas. El proletariado no es muy de izquierda, es más bien moderado, centrista, aunque tiende a la derecha por el peso de la clase hegemónica, por lo que se debe ajustar las aspiraciones inmediatas a lo conseguible dentro de la coyuntura, pero con sentido maximalista de largo plazo, según el proletariado lo demande en primer lugar, es decir, con el empresariado en el término siguiente. Este es un planteo socialista de conciliación de clases, que revierte el favorecimiento principal hacia el proletariado, el cual, para suceder bien, tiene que ajusticiar bien los crímenes históricos, ya que de hacerlo mal se volvería injusto, perjudicándose a sí mismo. Esa reversión del signo de gobierno necesita del cambio constitucional, ya que si no queda acotada al nivel ejecutivo, que es inferior al de la asamblea constituyente a la que responde, porque se accede a éste mediante elecciones legisladas en su dominio, las de la ley liberal. En los países que ya tienen ley obrera hace falta hacerla cumplir, así como reparaciones severas, lo que no puede ser mucho mientras que el capital domine en el mundo, por lo que en ellos se da un capitalismo alterno, similar al del liberalismo proteccionista, pero con partido único en casi todos ellos, algo que no debe ser pero que tiene sus razones, es decir, que transformarlo exige responder bien a las que lo merezcan de entre ellas, esto es, que el tema está contrariado por la trampa de los liberales, que ya las hicieron muchas veces, legales e ilegales, ya que la delincuencia atraviesa a toda la sociedad y porque el capital es muy tramposo, no sólo el liberal, a lo que no se le debiera exagerar la crítica.

La modernidad, a nivel teísta, tiene un teísmo moderado, que se inició en la Antigüedad con Aristóteles y se eclipsó en la Edad Media, con una ciencia de materialismo fiel y teísta, ya de dios único desde que el cristianismo aboliera a casi toda la esclavitud, que continuó como servidumbre agrícola y acabó en el salariazgo en curso, también de teísmo moderado, con una asunción de la materia sofisticada y eficiente pero igualmente catastrófica. El empresariado, que es laico, influyó en la modernización del clero, primero con la reforma y la contrarreforma del Renacimiento, permitidas por la imprenta, luego con las revoluciones burguesas, pero eso sobre el trasfondo sirviente, sin que hasta ahora se eliminara la fetichización, es decir, que se trata de una modernidad fetichista, de prevalencia seudo-monoteísta en particular, lo que redunda en el modelo teísta ecuménico, el liberal, un conjunto compuesto por múltiples maneras, algo coherentes y contradictorias, divergentes y concordantes, con mucha miseria, que se da entre otras cosas por las consecuencias prácticas de nuestro pensamiento y se corresponde con el modo de ser de la economía. A economía fetichista, religión teísta, y viceversa. El salariazgo es el método de pago de la jerarquía moderna, pero recién se impuso dos siglos y medio después de iniciada la era. En conclusión, que la igualdad social requiere la deposición del orden sagrado, ya que la verticalidad es uno de sus rasgos centrales, aunque eso puede que no baste. El fetichismo es plenamente sacro, o sea que no puede haber una economía no fetichista en el seno de un orden social mítico.