Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 11 de abril de 2019

¿Qué política migratoria?, con disgresión


En la izquierda está la idea de que la apertura aduanera a las migraciones debe ser abierta del todo, sin restricciones de ninguna clase, lo que será un problema ya que el socialismo, cuando gobierne, deberá atender bien a los flujos migrantes, en condiciones de crisis política y económica más o menos grave, por lo que la libertad de paso absoluta tal vez no sea adecuada. Tampoco hay que suponer que los migrantes sean buenos del todo, lo que no quita que deban ser priorizados, dada su precariedad.

El socialismo tiene el problema de que cuando está en la oposición a la presidencia cada tanto exige cosas sin el realismo suficiente, exagerando las pretensiones, sin tener en cuenta las posibilidades de concretarlas, con un discurso más para la acumulación propia, o para la descarga de broncas, o como de búsqueda de motivos, que para la atención conjunta del asunto, impedida por distintas causas, prédica que puede fingir buena voluntad mientras que apunta a herir al adversario, y sin declamarlo por explícito, cosa que lo deslegitima en parte ante la sociedad. Por ello, si asume la presidencia, tiene el obstáculo de tener que adecuar sus aspiraciones a la realidad, lo que lo puede inclinar bruscamente a políticas de moderadas a entreguistas, más si toma el mando ejecutivo debilitado y equívoco, lo que le pasó más al socialcristianismo, de finales tan amargos. El socialismo, para ganarse el apoyo proletario, debe demostrar que es mejor que el capitalismo, para lo que tiene que superar su inmadurez, presente de diversos modos en cada cual de sus vertientes, cosa que precisa de que las reivindicaciones partidarias se enganchen bien con las obreras, en el marco del gobierno capitalista. Esto último demanda la crítica al proletariado, porque es el que pauta los tiempos de la revolución social. Los partidos socialistas deben entender el marco completo de la lucha de clases para operar bien en política, lo que incluye entender bien al proletariado entero, con todas sus faltas y méritos, además de al empresariado, los gobiernos, las iglesias y los demás grandes actores políticos. Sólo entonces se podrá plantear una política bien conciente. Eso exige dar cuenta de un actor político muy grande, heterogéneo, contradictorio y fervoroso, que también puede ser lento, conservador y retrógrado, de conductas algo bárbaras y desconcertantes, tozudo para aceptar algunas cosas, y tanto más, sujeto que existe con sus organizaciones sindicales y barriales, sus vínculos religiosos y estatales, su participación en las instituciones y empresas, sus adscripciones partidarias y deportivas, su entretenimiento, su prensa y así.