Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 14 de abril de 2019

Modelo para los países comunistas

Una buena forma para superar la rigidez del sistema de gobierno del comunismo unipartidario sería la de mantener la ley suprema comunista permitiendo que los partidos socialistas compitan por la presidencia, así como aceptar a los liberales en las legislaturas, cosa que podría variar en los distritos medios y menores para que la derecha acceda a los ejecutivos no nacionales. El sistema seguiría siendo tanto capitalista como republicano, por la prevalencia jerárquica internacional, pero se mantendría la heterodoxia y las aspiraciones para socializar las empresas mayores y el gobierno. Además, tendrían que ser ecologistas, como el resto, incluso durante etapas de alta contaminación, dependiente de los negocios.

Que la ley suprema establezca la superioridad del comunismo y del socialismo como sistemas políticos y económicos no debe ser tomado necesariamente como reprobable, porque no es de mal autoritarismo, ya que es justo que el gobierno y las empresas se rijan de manera relativamente igualitaria. Dentro de eso sí hay cuestiones en las que el liberalismo debe ser obedecido, como lo es la del carácter de la revolución social, que puede ser injusto, falseándose a sí mismo entre otras cosas porque la reforma del empresariado que se excediera mucho en la violencia se generaría una oposición social mayor que la que se moderara bien, un tema importante para la estrategia.

Esta propuesta, inaceptable para los partidos comunistas gobernantes, se queda corta, porque los liberales debieran poder aspirar a la presidencia mientras que durase el período republicano, pero eso debiera suceder bajo constituciones de izquierda, que además deberían concretar en la economía lo que prometen en la ley. La disyunción entre la teoría y la práctica en los gobiernos de izquierda, de los tres bloques, el comunista, el socialista estable y el socialdemócrata de ley capitalista, seguirá siendo un problema por resolver, cosa que dependerá mucho de los pueblos, hasta que a las empresas se las haya socializado lo debido. El gobierno no basta para la socialización empresarial, ya que los trabajadores tienen que saber en qué consiste y demandarla, así como para implementarla precisan de apoyo externo. Si la ley es socialista, la convoca sin importar quién obtenga la presidencia, aunque la ejecución varía según el presidente que sea, también en grupos de políticas, todavía muy insuficientes; si es liberal, es contraria a la socialización en los rangos mayores del gobierno, que son los de la asamblea constituyente, a lo que los capitalistas conocen para desempeñarse con éxito, por lo que la presidencia puede hacer transformaciones progresivas entre limitadas e intermedias, mientras que el capital la golpea desde arriba, más o menos consistentes y no siempre buenas, de acuerdo a la predisposición del partido que la ejerza, lo que pase en el parlamento, la movilización social, las articulaciones organizacionales, la coyuntura económica, con crisis recesiva, volatilidad financiera y escándalos por la fuga y los sobornos; el estado de la conciencia social, bastante fiel; la guerra, como la de Medio Oriente, Libia y Sudán, y los demás factores que hacen a la evolución histórica humana, también correlativa a la del resto de las especies.

El socialismo necesitará a los empresarios para mantener las empresas en funcionamiento, por lo que una opción temporal podría ser la de que desempeñaran sus tareas, en menor cantidad, reduciendo sus ingresos a poco más que la media, pero para eso los trabajadores los tendrían que aceptar en las asambleas, cuestión muy trabada por los rencores de clase, tampoco del todo justos. Además, algunos empresarios debieran ir presos por sus delitos, entre los cuales los capitalistas, o ser descapitalizados de buen modo, lo que se dificulta si la cultura no es de buena razón más o menos plena.

En la URSS y los demás países socialistas, inclusive los liberales presididos por partidos de centro-izquierda, por más que hayan fracasado, gran parte del empresariado fue socialista: los militantes socialistas asumieron el rol de autoridades de las empresas, ya que poseyeron la capacidad de gestión al haberse escolarizado, cosa también relativa porque algunos aprendieron más sobre la marcha. Los socialistas asumieron las tareas de la burguesía liberal pero con ideología socialista, a veces comunista, y catástrofes equivalentes a las de los imperios liberales, así como los logros. La modernidad es hegemónica, pero aún no es buena lo suficiente para el goce social justo.