Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 26 de abril de 2020

El coronavirus mata débiles

Si fuera un virus de ingeniería, tendría el principio darwinista de que los débiles deben perecer, al que Nietzsche retomó sin que se le hiciera mucho escándalo. También es un principio del liberalismo más estricto, y el productivismo soviético tuvo uno parecido cuando exaltó la salud vigorosa en aras de un crecimiento económico desenfrenado, que era como necesario pero tenía que ser de otra manera, de una que todavía no está bien definida. El coronavirus es un virus de laboratorio. No se sabe si esta cepa particular, la de la pandemia actual, fue inventada en uno, pero desde 1965 que se lo estudia en microscopios, y se experimenta con él desde 2015, cuando el Departamento de Justicia de los EEUU autorizara para ello al británico Instituto de Pirbright, el cual fue pionero de los laboratorios chinos, estadounidenses y canadienses, entre otros que se dedicaron a esta rama virósica. Lo que no fue bien demostrado es la historia del subtipo de coronavirus que nos aqueja, una cepa coronavírica entre varias, cuyo linaje fue identificado y su ARN analizado después, cuando se promoviera la investigación genética más detallada, con lo que luego se hicieron experimentos con su ácido nucleico, por lo que la ingeniería estuvo en condiciones de crear una cepa, y los laboratorios que trabajaron en eso son de matriz militar, al ser ejes de la política bélica, tanto como negocios hipersofisticados. Los laboratorios que manejan al coronavirus fueron objeto de seguimiento e intervención de los organismos de inteligencia militar, e incluso pueden haber acogido empresas bélicas, al menos algunos y de maneras dilucidables. El Instituto de Virología de Wuhan es propiedad del gobierno chino, con participación de los altos mandos militares. El Instituto de Pirbright es de capital privado, pero sujeto a la ley británica. Los estadounidenses y canadienses tienen vínculos con sus gobiernos, cuyos presidentes son los comandantes en jefe de las fuerzas armadas. El desarrollo de armas biológicas es antiguo, pero eso no prueba que el brote que nos asola haya sido intencional. Tampoco que haya sido negligente. Todavía no se sabe lo suficiente para concluir bien el tema. Llama mucho la atención el hecho de que haya empezado en Wuhan, una ciudad en la que se experimentaba con este virus, encima a poco de haber estado allí una delegación del ejército estadounidense invitada para los Juegos Mundiales Militares llevados a cabo del 18 al 27 de octubre, más o menos dos meses antes de que empezara el brote, pero esto no termina de rebatir la hipótesis de la generación espontánea, que mantiene chances de ser verdad, aunque sean pocas porque, ya desde antes, en los últimos años, hubo un intercambio internacional de científicos genetistas entre Estados Unidos, Europa y China, que se concentró en estas regiones y fue monitoreado por los ejércitos y gobiernos dentro del marco de la disputa por el orden internacional, por lo que puede haber pasado que la pandemia se gestara militarmente, así como su dispersión accidental, que también provendría de la experimentación médica militar, derivada de la ingeniería que busca la vacuna contra la neumonía desde la epidemia de 2002, causada por coronaviruses precursores del vigente.

La manipulación del coronavirus es objeto de estudio universitario, por lo que algunas universidades, privadas y públicas, participan de su manejo, así como la prensa se relacionó con estos análisis desde que los periodistas los conocieran, en general antes que el resto de la sociedad, con una idea algo confusa, parcial y olvidadiza, así como errática, debida al secreto con que opera esta industria, su gran complejidad, las muchas tareas que se tienen que hacer, nuestras taras mentales, que nos dificultan pensar, las urgencias de la crisis y otras cosas, como las sorpresas cotidianas, que interrumpen la concentración necesaria para tematizarla. Ahora tenemos el problema de la ingeniería genética bélica, así que se lo deberá resolver bien. Mientras persista, será uno de los asuntos cruciales para la crítica. Su resolución dependerá de la apertura de los archivos militares, ya que, hasta que se los publique, no será fácil de entender porque tendrá muchas incógnitas.

Se tendría que formar un comité de expertos patrocinado por la ONU que investigue la actividad sobre coronavirus de los laboratorios principales, con permiso para acceder a sus registros si hiciera falta. Así se podría saber si hubo la capacidad suficiente para diseñar esta cepa. Luego, de descubrirse que se la hubiera inventado, restaría ver si fue objeto de uso militar, y cuál tuviese.

El coronavirus de esta infección mundial, la de 2019 y 2020, es como los coronaviruses anteriores, pero con una modificación genética que le crea una especie de rulo retráctil, una proteína que está en el extremo de las puntas que le sobresalen al cuerpo esférico, como se marca en el (1) de la imagen, la cual, al extendérsela hacia afuera, como se muestra en el (2), toca lo que tenga cerca, se engancha y puede enredarse, y entra por los orificios de la cobertura de la célula a la que aborde, permitiéndole instalarse en la membrana externa para después fecundar su núcleo. Esta modificación depende de una secuencia nueva en el ARN, a la que los otros coronaviruses no tienen, señalada en violeta en uno de los extremos del dibujo del ácido. Es una mutación genética que responde a que hay un nuevo segmento en el ARN del núcleo de la célula, al que los otros coronaviruses no tienen y que puede haber sido de creación espontánea o de ingeniería humana.



La proteína pesa, por lo que tiene atracción gravitacional hacia los elementos más livianos que ella y que la rodeen, como lo son las moléculas de agua, que se le pegan al mojarla, así como le llega la luz solar y puede toparse con grasa, azúcar, tierra, aire y metales. El ARN nuclear, que es una macromolécula orgánica, a la que se vé como un rulo más largo y denso que la proteína, que de la hélice saca brazos regulares, las famosas bases de adenina, uracilo, citosina y guanina,  pesa más que la proteína externa, por lo que atrae más al agua, a las grasas y azúcares que hacen a la cubierta y a otras cosas, que interactúan entre sí y con su exterior con el interés de conservarse y reproducirse, así como recibe más y menos la luz según el modo en que le den las estrellas, cosa que debe hacer a cómo nota el entorno. Apropiarse de algo puede implicar incorporarlo, ponerlo dentro de sí mismo, lo que pasa al sentirse lo que hay afuera, cuando algo de lo externo entra en uno y causa una sensación, a la que después de piensa, se genera una sensación mental, siguiente a la primera, que trata sobre aquélla y que busca ordenar la acción del propio cuerpo para satisfacerse, para lo cual se tiene en cuenta lo objetivo. Se compone lo subjetivo y lo objetivo con la práctica, tanto la de entender la realidad, en general externa, como la de manejarla, y de forma social, con memoria, balance de lo hecho, búsqueda de soluciones y salidas revaluables.

Cuando un coronavirus de estos encuentra una célula fecundable, le mete un tramo enrulado, una proteína, por un orificio cutáneo, luego de lo cual hace ingresar al tubo que lo recubría y que sostiene al lado opuesto de la proteína, como una cuerda espiralada que pasa a estar en parte dentro de la célula más grande y en parte dentro de la especie de pata que tiene el virus, por lo que puede que, una vez que una parte importante del rulo está adentro de la célula mayor, aquél tense la otra hacia atrás y absorva aquélla, para meter, dentro de la piel de la célula adenaria -la que tiene ADN-, esa especie de pata que tiene por fuera de la esfera. Más tarde y por el mismo agujero, ya agrandado, se las ingenia para meterse entero en la membrana externa de la célula adenaria, desde donde, una vez acomodado, expulsa el rulo de ARN que traspasa la cápside -que es como una segunda piel, como la que está pintada en marrón claro en el dibujo, pero de la célula receptora-, y se interpone con el ADN del núcleo celular acogido, al que destruye para reproducirse. Hasta puede ocurrir que el virus trate de entrar por los orificios excretorios.


Notas sueltas

- La práctica compone lo subjetivo con lo objetivo, pero también existe la composición espontánea.

- El gobierno chino acusó al laboratorio militar estadounidense de Fort Detrick, localizado en la ciudad de Frederic del estado de Maryland, por la invención de este virus, así que se lo debiera investigar.

- El primer caso detectado hasta ahora de un humano enfermo con este linaje de coronavirus fue el 17 de noviembre pasado, en un hombre de la provincia de Hubei, donde se ubica la ciudad de Wuhan, tres semanas después de que terminaran los Juegos Mundiales Militares, y se supone que hubo contagio humano previo. Una posibilidad es que algún miembro de la delegación estadounidense dejara cerca de Wuhan una caja con esta cepa nueva de coronaviruses adentro, que se abriera de manera automática, o satelital, pero esta hipótesis no fue comprobada ni bien demostrada.

- Las dos potencias en cuestión, Estados Unidos y China, debieran predisponerse bien para facilitar que se investigue el asunto como se debe, o mismo las que fueren si hiciera falta. De no hacerlo tendrían una actitud sospechosa, aunque habría que responder bien a sus reservas legítimas.

- De ser cierto que esta subclase de coronavirus es producto de una mutación espontánea, se lo tendría que explicar bien a la población, de modo tal que se entienda el argumento y que cada quien lo pueda constatar por sí mismo, lo mismo que vale para las otras teorías.


Referencias

Botao Xiao y Lei Xiao, "The possible origins of 2019-nCOV coronavirus", 6 de febrero. El autor y la autora de este artículo, que se presenta como plausible, denunciaron que fueron perseguidos por el gobierno chino. También es cierto que lo plausible no es suficiente, pero se lo tiene que debatir para socializar la investigación: bastaría con advertirle a los críticos que se debe alcanzar una idea suficiente.

Vicky Peláez, "Científicos: el coronavirus sería un arma de guerra biológica", en Sputnik, Moscú, Rossiya Segodnya, 13 de febrero.

Varios autores, "Statement in support of the scientists, public health professionals and medical professionals of China combatting COVID-19", en The Lancet, Londres, Nueva York y Beijing, Elsevier, 19 de febrero.

Anónimo, "Científicos explican por qué el covid-19 no es un arma biológica de laboratorio", en RT en Español, Moscú, TV-Novosti, 18 de marzo. Esta nota se fundamenta en citas de autoridad, de quienes se mencionan razones que no bastan para demostrar bien porqué el nuevo coronavirus no es un virus de diseño.