Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 25 de abril de 2020

Los conquistadores también eran ingenuos

A quienes se encontró en su lugar de nacimiento se les llamó "ingenuos", cosa que se definió como ignorante, como si vivir donde se nace fuese asunto de imbéciles, pero, en términos terráqueos, hasta los invasores habían nacido en el lugar en el que estaban. Aparte, acusar a los nativos de hipócritas hizo mal aunque el insulto tuviera su razón, porque los indígenas tuvieron su hipocresía, lo que es común a la humanidad y no fue tal como se la dijo, encima la de varias naciones, vencidas por la fuerza de la carpintería, la metalurgia y la pólvora, en más de tres continentes, es decir, que no fue la hipocresía mayor. Cada cultura humana tiene su estupidez, así como su inteligencia, son rasgos de la especie entera, pero las culturas se diferencian entre sí, con superaciones e inferioridades hasta rebatidas, dentro del marco del predominio judeocristiano iniciado con la conquista de África, América, Asia y Oceanía, y lo que más importa es su existencia conjunta. Entonces, las potencias imperiales deberán saldar bien la deuda que tienen con las subyugadas, ya que lo que hicieron es un crimen histórico sancionable, por lo que, la convivencia feliz de la especie, dependerá de la resolución de las desigualdades internacionales heredadas de la conquista europea del mundo, con su orden posterior de liderazgo mundial con Estados Unidos, seguido después por la URSS antes que por China, luego de que Rusia reemplazara a la URSS.

"Colonizar", en sentido literal, es como enculturar. Es relacionarse en conjunto con un espacio. En esa acepción, el capitalismo actual es colonizador, aunque no establezca gobiernos en los territorios que conquista, que fue el modelo feudal, sino que se asocia con ellos, ya plegados al republicanismo, para conquistar mercados, es decir, participar en la historia por medio de su esparcimiento mercantil, en el que sus productos se compran y se usan porque tienen cierta bondad. Se les trata de bienes, aunque no se los entiende del todo bien porque se les vé la utilidad inmediata sin relacionarla bien con la miseria circundante. Algunos son necesarios, así que tendrían que persistir. El problema no es tanto el de los productos en sí mismos, aunque algo sí lo es, sino más el de la representación en dinero, que se vincula al del modo de fabricarlos y a la acumulación de las ganancias, lo mismo que a la sub y sobrepropietarización, relativas a la ley y a la moral, por lo que a las creencias.