Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 7 de abril de 2020

Crítica corta sobre la censura

En los países liberales a la censura se la desprecia mucho y se la ejerce de forma velada. Los censores romanos antiguos eran unos magistrados que le contaban de la vida del pueblo a los jefes máximos, los encargados de sentir la historia popular y representársela a los emperadores para que se la ordenara de acuerdo a su designio, una dictadura de clase tanto propietaria como gobernante, de conjuntos intersectados, en general coincidentes pero de identificación ni absoluta ni del todo estable. Eran censores en el sentido de que sentían, el del vocablo italiano "senso", pero no sentían cualquier cosa, sino los quehaceres más propios de la política, los de las relaciones sociales y los de la tenencia y manejo de las propiedades, fueran económicas, militares, familiares, gobernantes, sexuales y demás, a lo que hicieron según la cosmovisión que hubo entonces allá. Tuvieron al cargo mal nombrado. Fueron censores políticos, agentes del gobierno para la vigilancia pública, que actuaron de acuerdo a la ley imperial y a la interpretación que hicieron los emperadores, muy próxima a la del senado y al sacerdocio, aunque siempre con relaciones críticas, que hasta ahora no bastaron para la composición de un orden social justo. En la acepción de sentir, todos los humanos somos censores, sentimos la realidad social, y opinamos de ella para ordenarla, pero para que eso salga bien el juicio de cada quien debe ser lo suficientemente verdadero, y obedecido si lo amerita, lo mismo que la ley y el funcionamiento institucional. Mientras tanto, se practica una censura principal de clase, en la que coexisten el capital y la religión más estricta como mando principal, secundada por sus versiones populares, las del liberalismo moderado, las cuales, como juzgan desde distintas versiones del ecumenismo teísta vigente, implementan una censura inhibitoria de lo inaceptable para sus creencias, lo que sería grato si las creencias fuesen muy buenas. Como no es así, se impide mal, no del todo mal, pero bastante, cosa que sucede distinto en el universalismo ateo, que también tiene buena censura. La censura comunista no merece una reprobación absoluta, pero sí parcial, a la que habría que estimar lo debido, para lo que se necesita conocer bien su historia. También el proletariado siente la realidad algo en falso, porque la interpreta desde concepciones que tienen errores.

Una cosa es la censura y otra la represión expresiva, la llamada prohibición, que no siempre es una inhibición buena, puede ser una seudoprohibición, una inhibición que se cree que es buena pero que no lo es. No obstante, a la prohibición se le dice así no porque sea un buen modo de haber, con el "pro" en el sentido de "bien", sino porque a lo que se inhibe se lo pospone, el significado de postergar. Ese es el significado etimológico principal, el de posponer algo, pero está mal aplicado, porque a veces lo que se hace con lo descalificado no es dejarlo para más adelante sino directamente cancelarlo para siempre, pero se lo nombra como una prohibición. Se dice que se lo pospone pero en verdad se lo impide sin el interés de que ocurra luego, o por lo menos no se explica bien el porqué ni las condiciones del veto.