Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 25 de abril de 2020

¿Qué tipo de revolución debe hacerse?

El sistema actual funciona mal, por lo que se lo tiene que cambiar, pero ¿cómo? La revolución puede fracasar, por lo que, además de darse, tiene que ser exitosa, pero ni en el caso de triunfar tiene el éxito garantizado, más puede perder, como sucedió con la URSS y que es un tema en China, Cuba, Vietnam y Corea del Norte. De hecho, al evolucionar decaerán algo. Revolucionar es una necesidad humana, que más falta hace cuanto más pega la crisis. Para revolucionar bien primero habría que hacerse una idea de a qué se quiere llegar, idea que debería ser buena. Luego, analizar lo suficiente la situación presente, lo que requiere de conocer su historia. Esto permitiría contar los puntos conflictivos y sus causas. Al reconocérselos, se los trataría, pero el tratamiento debe ser social, por lo que precisa de mucha asunción social respecto de la realidad. Para que la sociedad obre bien, todos sus miembros tienen que tener el saber verdadero necesario. De ese modo se haría una revolución positiva, que se haga cargo de su pasado como deba hacerlo y que lo reivindique como se lo merezca. Se trataría de una deconstrucción del orden, pero no debiera ser cualquier deconstrucción, ya que ésta no es necesariamente buena y, para lograr su objetivo, tendría que ajusticiar con buena moderación, ya que si no lo hiciera así la revolución se perdería, con las víctimas que conlleva el retraso histórico. El socialismo ateo, como es universalista, tiene que reconocer bien al ecumenismo liberal, que es su antecesor monoteístico, así como entender la incidencia histórica de la piedad proletaria. De esa manera, sumada a los demás elementos, se lo podría transformar al libertarismo comunista, que tampoco es del todo bueno, o sea, que requeriría de más revoluciones. En el mundo liberal, la conversión al comunismo debiera honrar a la socialdemocracia, porque ésta es parte de su génesis y por la gente a la que congrega, así como el resto del socialismo, hasta el teísta, con las reprobaciones que le quepan a cada cual.

Como la evolución histórica sigue los tiempos proletarios, para pautar el ritmo de la transformación se debe tener una idea acabada del interés político de la clase, así como para calibrar los asuntos medianos y pequeños se tiene que ponerla en relación con los demás actores. Primero hay que ver el interés total de la sociedad, diferenciando los actores políticos. Luego componer una estrategia suficiente, que tiene que abarcar a la mayor cantidad de organizaciones posible, y que funcionaría mal y en crisis hasta que la sociedad hubiera madurado lo necesario para estabilizar un conjunto obrero con la inteligencia requerida para atraer al resto del proletariado e interpelar bien al empresariado sobrevaluado, cosa que le sumaría adeptos, sobre todo porque el proletariado no lo vería cometer salvajadas como el gulag y la masacre de Pol Pot, que todavía le restan seguidores a la causa, a la vez que la crisis es tan aguda que hace urgir la transformación tanto como la clase no la demanda por expreso, confundiendo al socialismo con la estatización y al estado con el gobierno. De todos modos habría muertos, porque el liberalismo no se entregaría sin dar batalla, pero entonces también hará falta entender bien el problema bélico, ya que esa guerra hasta lo perjudicaría a éste mismo, o sea, que sería una guerra difícil de sostener, que perdería adherentes por ser una guerra, así como, por el mismo motivo, le restaría adhesión al bando revolucionario. El socialismo científico deberá tener una ciencia militar suficiente, a lo que no conseguirá hasta que esté bien socializada, a lo que debe llegar mediante una búsqueda bien orientada.