Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Humanismo y política socialista

Al pensar qué política debiera adoptar la humanidad me es preciso admitir que, sea la que sea, la política tiene que ser autocrítica para consigo misma, y atender a las críticas externas, porque hasta ahora todas las políticas humanas fallaron en muchas cosas, dada la falsedad humana. También es necesario entender bien a la cuestión propietaria porque, por un lado, no todo el reparto de las propiedades está mal hecho, y por otro el propietarismo no es lo único a tener en cuenta, ya que hay cuestiones extrapropietarias que hacen a nuestra historia. Un riesgo del clasismo es caer en malas prácticas a consecuencia de atender exclusivamente a la cuestión propietaria, y de mala manera, y sin comprender a los otros factores de nuestra historia.

Un problema serio en la política socialista marxista, que se repite de distinta manera en el anarquismo, es el acriticismo para con el proletariado, o el pobrerío, ya que, como el análisis que hacen es propietarista, acusan a la clase dominante sin atender a las opresiones derechistas de abajo, como lo es la reproducción del pietismo, la indiferencia ante el capitalismo y el sostenimiento de gobiernos de derecha, cosa que fue realizada por los proletariados nacionales. De allí que se los tenga que criticar de buena manera, para sacar las conclusiones estratégicas para la lucha revolucionaria. Ese error llevó a que la estrategia socialista careciera de sustento, porque los militantes sostuvieron debates apasionados y agresivos entre sí, en nombre de proletariados que no les respondían, por lo que las vanguardias se quedaron sin retaguardias, y peleándose inmaduramente entre sí. Podrán citar casos en que las cosas no fueron de esa manera, pero tendrán que reconocer que a siglo y medio del socialismo científico las naciones son mayoritariamente religiosas y capitalistas, y sin que los proletariados protesten lo debido al respecto: a la vez que algunos se manifiestan, otros van a la iglesia, defienden al democratismo procapitalista, caen en la frivolidad, en el consumismo, en la irresponsabilidad, en el diletantismo o cosas así. Por lo tanto, las corrientes socialistas debieran dedicarse menos a pelearse entre sí y más a analizar las condiciones en que sucede la lucha de clases, para concertar su política de manera que sea efectiva, aunque eso implique tolerar derechadas, ya que de todas maneras existirán, y por más tiempo si a la izquierda le falla la política por ser idealista.

En tanto que el sujeto revolucionario es histórico, no está predeterminado. La división de la sociedad en clases dada por la propiedad privada de los medios productivos pauta un eje de la lucha de clases, pero no la determina del todo, porque los proletarios no siempre están dispuestos a luchar por la justicia, a veces prefieren vivir sin el problema de inmiscuirse en eso, y además la lucha no sólo gira en torno del plusvalor y la propiedad, sino que los excede, por lo que en ocasiones los revolucionarios son de las otras clases, en aspectos extraeconómicos, sin abordar la cuestión productiva central, por lo que el socialismo tendría que apoyarlos críticamente en esos puntos, sin olvidar lo que queda pendiente pero conciente de la necesidad de tener consenso social para socializar los medios productivos: en tanto que no lo haya tiene que acumular fuerzas con sentido progresivo en el marco del sistema vigente, y sin responsabilizarse más que lo que corresponda, porque si no sucede el abuso político de la gente que se desentiende de luchar contra las maldades y le deja el asunto a los moralistas, que terminan siendo pocos y tachados de pesados por los frívolos. Además cabría reconocer la lucha de algunos miembros de la clase alta por liberarse del exceso de propiedades, que es incipiente pero existe veladamente: muchos socialistas provienen de ahí, no sólo por eso pero también por eso. En el marco de una política progresiva los medios productivos podrían ser socializados paulatinamente, según las empresas quebraran o se corrompieran y si hubiera reclamos de sus trabajadores para eso, lo que requeriría de una reforma jurídica. Eso sería preparatorio para una socialización más amplia. El socialismo tiene que promover al reformismo de acuerdo a los reclamos sociales que surjan en el transcurso de la evolución humana, en tanto que la vanguardia tiene que basarse en la retaguardia, porque ella es mayoritaria, pero crítica y pedagógicamente, porque las masas están educadas por la cultura religiosa.

Un aspecto en el que ganarse a la capitalesía es el de la opresión pietista, ya que esa clase en general la padece, por ser creyentes estrictos, lo que no es el único determinante del propietarismo capitalista pero sí influye en él. Aunque la clase capitalista no vaya a adoptar el socialismo, igual a sus integrantes se les debe hacer concientes de la misma, porque eso permitiría abordar el problema racionalmente, y que además influye en las otras clases. Otro tema es el de la relación entre los socialistas y la así llamada pequeña burguesía, que es la clase media urbana, compuesta mucho por asalariados profesionales y pequeños empresarios, algunos de los cuales son los mismos socialistas, pero en la política de sus organizaciones eso es omitido, porque se fanatizan, lo que conlleva al maltrato clasista para con la burguesía media, que tiene elementos emancipatorios porque es democrática, a la vez que tendencias de derecha, pero eso con el maltrato no se resuelve. El socialismo debe ser justo con la clase media también, que bastante padece la opresión histórica y cuyas maldades deben ser abordadas de buena manera.