Quien se pregunte qué es ser humano es un humano, que tiene
lenguaje humano, para hacerse la pregunta, y quiere saber qué es lo que define
a su especie zoológica, qué la caracteriza a diferencia de las otras especies
animales, entre ellas las de los demás homínidos y los otros primates menos
semejantes al hombre. Es la pregunta a la que responde la antropología, que
recurrió para eso a los estudios anatómicos y praxeológicos: definió a la
humanidad zoomórfica y conductualmente. Por eso los paleontólogos buscaron y
analizaron los huesos de los humanos más primitivos, en particular los
cráneos, por la importancia del cerebro para la inteligencia animal, a la vez
que rastrearon, a través de los fósiles, las costumbres de las sociedades humanas
arcaicas.
Los homínidos no son exactamente humanos, o sea, iguales a
nosotros. “Homo” significa “igual”, y
“homínido” quiere decir “de forma igual”, ya que la desinencia “idae”, de “hominidae”, se
refiere a la forma, por lo que los homínidos fueron seres parecidos al hombre, de forma humana, pero que no eran del todo iguales
a nosotros porque su comportamiento fue diferente. La definición de lo que es el
hombre requiere de la praxeología humana, la ciencia o filosofía de la práctica
de nuestra especie, ya que ésta se define por sus características tanto
anatómicas como comportamentales. El ser humano es un ser mónido, en tanto que
es una especie familiar a la de los monos, pero es de una clase distinta, tanto de
los monos como de los antropoides, ya extintos, más parecidos a nosotros: los
australopitecinos, los pitecantrópidos, los preneandertalenses, los neandertalenses y los cromanoides, con sus antecesores. La antropología definió con el término “homo sapiens” a nuestra especie, pero
esa definición es cuestionable, porque supone que los otros homínidos no eran
sapientes, lo que no es así, ya que todos los animales tenemos la capacidad de saber. Lo que diferencia a nuestra especie es la mayor
complejización de la práctica, sea intelectual o activa, y eso no implica que
seamos mejores en todos los aspectos de la conducta, ya que para la
convivencia y el cuidado del planeta fuimos en ocasiones inferiores al común de los animales,
que no se aniquilan mucho más que lo necesario ni contaminan artificialmente,
pero eso no agota al tema, porque para algunas cosas sí somos mejores que los
otros animales y porque podríamos ordenarnos para resolver nuestros males. El
así llamado homo sapiens, el hombre más complejo, se originó hace
cerca de 195 mil años, y se caracterizó por transformar la materia de una
manera distinta a la que lo hicieron los homínidos simples, ya que fabricó los
utensillos más elaborados de entonces, en tanto que los otros los inventaron,
pero los fabricaron más sencillamente, sin la elaboración complejizada de la
industria. Algo equivalente sucede con el arte, el lenguaje, la ciencia
primitiva y las demás prácticas. La complejización de la práctica, dada por una
mayor capacidad mental para discernir, es lo que nos terminó de hacer humanos, y la
humanidad atravesó y atraviesa distintos estadíos evolutivos, que van de lo
simple a lo complejo, sin que lo complejo esté exento de fallas. Lo complejo
hace a un tipo de sociedad superior históricamente, lo que quiere decir que si
la práctica humana degrada a la especie, la hace involucionar, y a veces los
estadíos primitivos de la humanidad, y los animales y vegetales, fueron más gratos
que los de los humanos, cuando la humanidad practicó más mal que las otras especies, y
eso con sus diferencias interclasistas socioeconómicas. Entonces, también hay que admitir que la mala complejización hace evolucionar mal. La involución no es sólo el retorno a estadíos anteriores sino también la evolución degradante.
Hasta ahora la antropología averiguó que los sucesores a los
primeros humanos, luego de haberse gestado hace unos 195 mil años, iniciaron
una migración hace 70 mil años desde África a Eurasia, y que hace 60 mil otro
flujo migratorio costero, por el sur asiático, llegó de un lado al este de ese continente y a Oceanía, y del otro a Europa. Desde Asia central hubo dos migraciones posteriores hacia
Europa, una hace 40 mil años al este continental, y otra hace 22 mil que llegó
hasta su sur y su oeste. La antropología es eurocéntrica porque
los primeros antropólogos fueron europeos, y luego integrantes de su era imperial capitalista: el
primer fósil neandertaloide se encontró en 1848 en Alemania, El origen de las especies fue publicado
en 1859 y en 1868 se descubrieron los fósiles de Cromañón, pero a partir de la
era imperialista europea de 1875, los antropólogos iluministas acudieron a los
países invadidos para estudiar los restos fósiles, con los que se averiguó esta
parte de la historia humana. Los antropólogos iluministas, aún si
fueron religiosos, hicieron esta investigación materialista, que pone en
discusión a los metarrelatos eclesiásticos, y sus aciertos no invalidan a las
críticas justas que se le hagan desde el paradigma antimperialista. Los
primeros humanos que poblaron Europa tuvieron que migrar hacia su península
ibérica y hacia su región balcánica para huir del avance de la glaciación hace
20 mil años, para expandirse hacia el norte al terminar ésta hace unos 12 mil.
Entretanto, hace entre 16 y 15 mil años, América fue poblada por una oleada
migratoria que entró por Alaska y se fue diseminando desde el norte hasta el
sur. Antes de la llegada de Cristóbal Colón en 1492, hubo migraciones ínfimas
desde fuera hacia América, la de los paleoesquimales y esquimales, y la de los
vikingos. La antropología comenzó siendo eurocéntrica pero ahora es
transcontinentalista, de un eurocentrismo cuestionado por la periferia y
coexistente con la antropología estadounidense, porque la humanidad se pregunta por la historia de su especie,
pero muchas de las indagaciones recayeron en explicaciones mitológicas, que son
precientíficas. Hace 9 mil años, otra oleada migratoria llegó de Medio Oriente
a Europa. Más o menos en este período empieza la era agrícola, cuando algunos
humanos empiezan a asentarse, cultivar el suelo y erigir los centros urbanos,
en tanto que los nómades siguieron siendo recolectores, cazadores y pescadores.
La era civilizatoria dependió de la agricultura, por lo que la agricultura es
el determinante histórico más importante de los progresos civilizatorios, entre los referidos a la práctica humana, que
son cuestionables por los males que tienen.
Durante la época civilizatoria, desde hace cerca de 9 mil
años al presente, persistió el nomadismo, por lo que las culturas sedentarias
convivieron con las nómades, lo que continúa hasta ahora. En
América hubo las civilizaciones maya e inca, iniciadas hace cerca de 4 mil años,
y la azteca, iniciada hace cerca de 650 años, todas las cuales perecieron y se mestizaron con la conquista imperial europea y sus esclavos africanos, lo mismo que le sucedió a las culturas
nómades y agrícolas menores del norte, el centro y el sur americano. Asimismo
habría que decir de África, Oceanía, Asia y los polos, y hay antropólogos que
ya lo estudiaron. La nominalidad continental también es un producto de la
práctica humana, y porta su violencia. América debe su nombre a Américo
Vespucio, que a su vez se inspiró en la figura de la virgen María, o sea que el
nombre de este continente tiene origen judeocristiano, igual que el calendario judeocristiano, que mide los años de acuerdo al nacimiento de Jesucristo, que
nació como todos los hombres, porque fue un hombre, con la diferencia de que se lo sacraliza. El
pueblo kuna, de la zona donde ahora está parte de Panamá y Colombia, le llamaba
Abya Yala, no sé exactamente a qué área americana tropical, lo que quiere decir
“tierra madura”, pero tampoco toda América lo es. Asimismo habría que conocer
el origen de los nombres de Europa y los de los otros continentes, incluidos
los polos, y sus nominaciones alternativas, que también deben ser analizadas, y
desde una perpectiva conciente de su calidad de situada, de su situidad: los humanos no podemos analizar nuestra historia desde
fuera de ella.
La antropología sirve para que los humanos reconozcamos
nuestra parentalidad especista, lo que es necesario para armonizar nuestra
coexistencia. Es parte del programa socialista científico, complementaria de la
sociología humana por medio de la antropología social y cultural.
El concepto de “hombre sapiente” tal vez debiera ser reemplazado por el de “hombre diestro”, por la destreza, que faculta a la industria, pero no sé lo suficiente para decidirlo.
Lecturas
Enciclopedia Salvat. Diccionario, obra citada, vocablo “hombre”.
Wikipedia, vocablos “homo sapiens” y “homo”.
El concepto de “hombre sapiente” tal vez debiera ser reemplazado por el de “hombre diestro”, por la destreza, que faculta a la industria, pero no sé lo suficiente para decidirlo.
Lecturas
Enciclopedia Salvat. Diccionario, obra citada, vocablo “hombre”.
Wikipedia, vocablos “homo sapiens” y “homo”.