El democratismo religioso, por el ideario mal industrialista moderno, todavía no asumió que la ecología es necesaria para la buena convivencia humana. Esto no es exclusivo de los religiosos: a muchos socialistas les pasó lo mismo. En Argentina el asunto se nota en el peronismo, que apenas nota que la justicia social requiere de un medioambiente sano. Los peronistas se maravillaron, muchas veces, de la creación de fábricas, sin evaluar su impacto ecológico. El asunto debe ser superado mediante la reformulación productiva planteada por el ecosocialismo, de carácter naturista, tanto para la agricultura como para la industria, y para la práctica social en general, que debiera aceptar la contaminación razonable y a cuya implementación habría que criticar, ya que tendría males, pero hasta que la mayoría no esté dispuesta esto no se podrá concretar.
Esto está cambiando, por la postura ecologista del papado.