Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 17 de marzo de 2017

Universidad privada y especulación financiera; idealismo y maltrato

Es una regla general, entendida la regla como un precepto que aplica históricamente, que los capitalistas financieros hayan estudiado en las universidades privadas, que son las instituciones que enseñan el liberalismo de clase alta, y si no estudiaron ahí igual participan en la cultura que se crea en ellas. Las universidades privadas, a su vez, son propensas al clericalismo, y albergan con predominio a sus tendencias conservadoras, que, filosóficamente, son las más dadas a la especulación teológica, por lo que el hábito especulativo de la tradición teológica medieval, y sus sucedáneos modernos, se plasmó en la especulación capitalista. Esto no quiere decir que en las universidades estatales la cuestión no se replique, sino que lo hace de distinta manera, más democráticamente, de acuerdo a lo aceptado por el democratismo vigente.

La mala especulación, tanto la financiera como la teológica, es mala porque lleva la atención a entidades sobrenaturales, sea la idea de dios o los cálculos numéricos dinerarios, por lo cual, cuando los humanos necesitamos respuestas, no nos las dan lo debido, al entretenerse a veces las personas en ideaciones de este tipo, y que aparejan órdenes según los cuales se establecen hábitos comportamentales que también dificultan el atendimiento de las necesidades verdaderas. En casos peores, la obediencia a ideas religiosas y financieras lleva a prácticas que no sólo impiden atender los reclamos justos, sino que hacen mal ellas mismas, como las de la actitud castigadora, o la discriminación religiosa, o el sometimiento de naciones al sistema de deudas estatales, o el quiebre económico de la mala financiarización, que cuando no son ilegales son compatibles con la ley vigente porque ésta responde al mal idealismo en curso, que desatiende las cuestiones necesarias para gratificar a la naturaleza en pos de entidades sobre y mal estimadas.

Más en general esta lógica se repite en que, al concebirse mal las cosas, se hace daño, porque hay otras que no son tenidas en cuenta, o que son mal entendidas, al momento de decidir la práctica.