Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 30 de marzo de 2017

Porqué se revalida el nacionalismo

En el marco de la fase de la mundialización capitalista iniciada con el Consenso de Washington, en 1989, la prioridad dada al capital financiero y a las empresas trasnacionales perjudicó al común de las naciones. Esto es claro en todo el mundo, y se nota mucho en Estados Unidos y en Europa, donde franjas amplias de los ciudadanos optan por opciones políticas nacionalistas, y oscilantes entre la derecha y la derecha extrema, el caso de Trump, o del Brexit, o el del Frente Nacional francés, o el de la revitalización de la derecha extrema en Alemania, Austria y Holanda. Son malas reacciones ante las políticas de la austeridad liberal europea y a la crisis económica estadounidense, con el trasfondo de la frustración dada por la religiosidad moderna y capitalista. Estos nacionalismos se basan en la insatisfacción de sus ciudadanías que está reforzada por los males de la globalización, pero ni los ciudadanos entienden bien el problema que tienen­ ­˗ya que se lo achacan a los migrantes, o a los socioliberales y a la derecha liberal, que detentan una responsabilidad importante, pero menor que la del capital trasnacional, que permanece exculpado˗, ni los partidos que los representan van a terminar la mundialización: a lo sumo reformularán los términos en que se insertan en el concierto internacional. La cuestión religiosa, por su parte, está omitida en la gran mayoría de los análisis sobre la crisis actual. La globalización capitalista frustró las expectativas que prometió tras la caída de la URSS y sus aliados, y como una reacción intuitiva los perjudicados se refugian en las nuevas versiones de los viejos nacionalismos, pero eso tampoco los satisfacerá, porque estos nacionalismos no la reformularán bien y porque las soluciones xenófobas que plantean para abordar los problemas serán ineficaces, ya que no asumen ni la cuestión religiosa ni la cuestión capitalista, que son los verdaderos ejes de la crisis. El problema no son sólo los partidos políticos de derecha, o los progresistas socioliberales, sino la mayoría del conjunto de las naciones, incluyendo a sus proletariados, que no asume bien la realidad ni los problemas históricos, por lo que busca a tientas probando con soluciones aparentes, mientras que se desentiende de las propuestas de izquierda, que quedan relegadas muchas veces como opciones minoritarias, aunque con mayores y menores posibilidades de triunfo electoral, lo que depende también de su articulación conjunta, que deja qué desear.