Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 26 de marzo de 2019

El bolsonarismo como de ultraderecha

Las recientes declaraciones de Bolsonaro a favor de las dictaduras de Brasil, Paraguay y Chile lo muestran en la ultraderecha sudamericana, la del liberalismo oligárquico y conservador más alto, que reprimió a los movimientos revolucionarios de los setenta y persiguió a los gobiernos de transición democrática en la década siguiente, dicho en aproximado. Bolsonaro puede no reivindicar públicamente al fascismo y al nazismo, aunque comparte con ellos la aversión al socialismo y al progreso, porque estas dictaduras fueron de la oligarquía liberal, que condenó a los extremos de derecha de la segunda guerra, con los cuales comparte la adscripción al capitalismo en términos menos radicales, pero aún así con muchos muertos. La ola de dictaduras del cono sur fue de ultraderecha leve, o mediana, sin llegar a haber sido tan grave como el nazismo, pero fue de ultraderecha, cuando la oligarquía regional se extremó ante la amenaza socialista reemplazando al gobierno sufragado por el militar. Bolsonaro ya había hecho declaraciones a favor de la dictadura brasileña y de quien torturara a Dilma Rousseff, así que ya era reaccionario en aquél entonces. Está al límite, con actitudes hacia la moderación conservadora dura y otras hacia la reacción extrema. La ultraderechización es la respuesta del capital ante la crisis porque al no poder resolver sus defectos severos dentro de su propio marco apuesta a sostenerse por medios fraudulentos, hasta transgresores de su propia ley, ahora no con golpes de los ejércitos nacionales pero sí con estafas electorales y periodísticas, hechas por medio de campañas mentirosas y de trampas, que se corresponden con la delincuencia del capital. El intento de moderación para enfrentar la crisis es propenso al socialismo aunque se dé como proteccionismo liberal, porque éste le da mayor cabida al socialismo aún si lo somete, pero no basta si la sociedad no evoluciona hacia él. De ello da cuenta la postura del Papado, que al cuestionar al capital le tiene que dar espacio a la crítica socialista, aunque no lo haga muy bien y siempre dentro del juego de sus intereses estratégicos, que se dan en una pugna hacia dentro de la iglesia también atravesada por las discusiones entre sus corrientes de izquierda y de derecha. Es de liberalismo progresista y abierto al socialismo moderado, pero siempre católico.